Según la teoría de la relatividad, el tiempo no discurre por igual. Que se lo digan si no a los hosteleros gijoneses que curraron detrás de una barra el 22 de junio de 1995, la noche en la que los "Rolling Stones" coronaron a Gijón como la capital mundial del rock. Mientras que para las 45.000 almas que vibraron en directo en El Molinón con sus Satánicas Majestades la cita se puede decir que fue "vista y no vista", para los barman aquel concierto duró varios días. A petición de LA NUEVA ESPAÑA, tres históricos hosteleros que vivieron en primera línea aquella noche recuerdan lo que supuso una actuación que se cifró en un éxito publicitario de 1.000 millones de pesetas. Son Teté Fernández Balseiro, que regentó El Peldañu en Cimadevilla; César Telenti, relaciones públicas del El Impacto y Javier Bodeguita, de La Bodeguita del Medio. "Fue apoteósico. Nunca se hizo nada igual y nunca más se ha hecho", coinciden.

"Fue como el Mundial. Nunca vi tanta gente en las calles", rememora la mujer, que fue cronista de sociedad de LA NUEVA ESPAÑA. "El concierto para nosotros empezó el día antes, en el aeropuerto", relata Telenti, que vivió la visita de los "Rolling" como redactor de "La Ser". "Cerrar ese concierto tuvo un mérito impresionante", ensalza Javier Bodeguita, sobre la labor que se realizó desde la concejalía de Festejos que encabezaba por entonces Daniel Gutiérrez Granda, uno de los principales responsables de la época de los grandes conciertos. Aquella mágica etapa en la que eligieron Gijón para veranear estrellas como Tina Turner, David Bowie o Prince.

Cuentan las crónicas de la época que, la noche del concierto, los bares de la ciudad recaudaron tres veces más que un buen fin de semana. El magnetismo de los "Rolling Stones" estaba detrás de una caja que aportó pingües beneficios a la ciudad. "Creo que ese día hasta los bares que están para ir a jugar la partida se llenaron", apunta Telenti. "El viernes, es decir, el día antes del concierto, trabajamos como nunca en Cimadevilla. Se acabó la bebida en todos los garitos. Tuvieron que venir a reabastecer de la cantidad de gente que había", puntualiza Balseiro.

Telenti, en su condición de corresponsal radiofónico, pisó los talones de Jagger y compañía durante su visita a Gijón. Del aeropuerto fue directo al Hotel Begoña Park, el hospedaje donde se alojaron los "Rolling". Eran otros tiempos y gracias a una buena dosis de pillería y a la amabilidad de unas chicas de Mallorca que le dieron cobijo, el corresponsal pudo pasar la noche en el mismo hotel que los músicos. "Al día siguiente vinieron los de "Los 40 Principales a hacer la programación a la ciudad. Me tocó hacer el ambiente en El Molinón. El follón fue tremendo", dice.

Los tres hosteleros recuerdan la reventa de entradas. "Hubo gente que pagó hasta 80.000 pesetas de la época, es decir, seis veces por encima de su valor", apunta Bodeguita. "A mi me ofrecieron, pero ya tenía. Vi el concierto con mi socio, Pío Ruiz. Vimos hasta como se montaba el escenario", era todo un acontecimiento", añade sobre unas labores que implicaron a un centenar de personas, se prolongaron durante 15 horas y necesitaron de 18 camiones para transportar las 170 toneladas de peso de las tablas de la gira "Vodoo Lounge".

Pero si el día antes y durante el mismo concierto la fiesta corría por las calles de Gijón, tras la actuación las celebraciones no aminoraron. Casi, que hasta fueron a más. "Mogollón de gente se quedó dormida en la playa, en los Jardines de la Reina... muchos se metieron a bañarse en pelotas en la zona de La Escalerona. Lo que está claro es que el concierto afectó a todo Gijón", cuenta Balseiro. "En el café San Pedro pusieron la canción 'Satisfaction' a todo trapo y mucha gente bailaba desde la arena. Yo, que vivía en un piso alto de Cimadevilla, escuché desde casa el concierto. Nunca se vio una cosa igual", añade la mujer. "Yo lo confieso, me quedé un poco dormido, porque estuve 24 horas sin descansar", se sincera Telenti.

A pesar de que la fiesta fue prolongada y de que siendo un concierto de rock no es ningún secreto que el alcohol corrió con mucha alegría, lo que destacan los tres hosteleros es el ambiente de concordia que se vivió en Gijón el 22 de julio de 1995, una noche en la que apenas se produjeron incidentes. Una circunstancia que Teté Balseiro explica por cuestiones sociológicas. "El público no eran chavales, eran gente más mayor y había muchas familias", comenta. Y es que esa jornada, de la que ahora se cumplen 25 años, fue una cita mágica y seguramente irrepetible. El concierto de los "Rolling Stones" marcó a varias generaciones de gijoneses, entre ellos los hosteleros, que quedaron "Satisfaction" al cien por cien.