Como buen patinador, Yehor Tverdokhlib está acostumbrado a salvar los obstáculos que la vida le ha puesto. El pequeño de once años llegó a Gijón hace dos años con su madre, escapando de la guerra que asola Ucrania, su país de origen. Con pocos recursos, se instalaron en El Llano y aprendieron a adaptarse a su nueva realidad hasta que sufrieron un nuevo revés. Una infección bacteriana, que a punto estuvo de segar la vida del pequeño, terminó en una amputación de su pierna derecha a la altura de la rodilla hace ahora algo más de un año. Aunque le colocaron una prótesis, el crecimiento de sus huesos la hizo inservible, amén de provocarle fuertes dolores. Ahora, gracias a una iniciativa solidaria, Tverdokhlib recibirá una silla de ruedas que le permitirá moverse sin padecer. "Es una bendición", celebra Yuliia Tverdokhlib, su madre.

La asociación "Ningún niño sin cenar" y la Asociación de Inmobiliarias de Asturias (ASOCIAS), que es quien ha sufragado los costes de la silla de ruedas, son los responsables de la buena acción. Blanca Menéndez es la coordinadora de la ONG que ya colaborado en el pasado con la familia ucraniana entregándoles alimentos y un ordenador portátil para que Yehor pudiera hacer sus deberes durante la cuarentena. "Le vi un día saliendo de la playa en muletas y con dolor. Queríamos darle calidad de vida y nos pusimos en marcha", indica l

La familia Tverdokhlib llegó hace dos años a Gijón. Hasta que se instalaron en El Llano, vivieron con unos amigos. "Nos explicaron que España es un lugar tranquilo y acogedor", cuenta la madre. Yuliia Tverdokhlib es licenciada en enfermería. Sin embargo, no ha podido trabajar aún en Asturias. El primer año de su llegada al Principado lo invirtió en aprender castellano. Y el segundo se lo ha pasado en los hospitales. "Contrajo endocarditis bacteriana y una verruga en el corazón le provocó un taponamiento en una arteria. Tuvo gangrena en la pierna y hubo que amputar", explica. "Es un milagro que esté vivo", añade.

Con su nueva silla de ruedas, Yehor Tverdokhlib cuenta los días para poder volver a salir a patinar y a hacer deporte. "Es algo que le encanta, es un chico muy rápido", dice su madre, sobre su hijo, al que la vida le ha puesto el obstáculo de la enfermedad y lo ha sabido sortear.