La tala de dos tamarindos deteriorados del paseo del Muro, en paralelo al inicio de la reforma del paseo con la peatonalización casi total -salvo un carril para bicicletas y otro para coches- de la avenida Rufo García Rendueles, ha levantado airadas críticas entre muchos gijoneses, que atribuyen a esos árboles un fuerte simbolismo. Según el periodista y entusiasta de la historia local Manuel de Cimadevilla, la presencia de esta especie tropical a lo largo del paseo del principal arenal urbano "se remonta al menos al siglo XIX". Además, comenta que hace unas cuatro décadas se generó en la ciudad un polémico debate al sugerir el entonces edil Ángel Rodríguez sustituir esos ejemplares por palmeras.
Explica Cimadevilla que corría el año 1977, que Gijón estaba todavía preparándose para la democracia y que las negociaciones políticas en la Corporación municipal eran bastante más improvisadas. Por eso, cuando Rodríguez regresó ilusionado de unas vacaciones en Benidorm -era un fiel veraneante de la Costa Blanca- con media docena de palmeras para decorar el Muro, muchos se llevaron las manos a la cabeza.
"El por entonces responsable de los jardines, José Marco Seco, dijo con buena razón que los tamarindos en la ciudad se remontaban, como poco, al siglo XIX, y que desde siempre los árboles que se plantaban ahí eran esos, así que plantar palmeras no tenía ningún sentido", aclara el experto. "Como Rodríguez se había pagado las palmeras con su propio dinero, al final se decidió llevárselas a la calle Eladio Carreño, para que al menos luciesen en la ciudad, aunque no sobrevivieron. Los tamarindos son parte de la historia de esta ciudad", añade.
El actual gobierno local, ante la polémica suscitada, ha aclarado que el resto de árboles del paseo no se verán afectados por la reforma y que la tala de los dos ejemplares era necesaria por su deterioro.
