Una quincena de alumnos con discapacidad del Sanatorio Marítimo corren el riesgo de quedarse sin escolarización este curso por no disponer de autobús escolar. Las familias anuncian que ya no pueden sostener el coste del transporte, que corre por su cuenta desde hace más de una década, y por lo tanto temen que "muchos no podamos llevar a nuestros hijos al centro, o como mucho podremos hacerlo únicamente en días sueltos".
El problema del transporte en el Sanatorio Marítimo viene de lejos. Técnicamente la ley dejaría fuera del servicio de transporte escolar gratuito a este centro, el único concertado de educación especial en Asturias. Ante esta situación, ya hace años que las familias se han organizado para contratar entre todas un autobús que lleve a los chicos, de entre seis y 21 años, al Sanatorio. Pero en los últimos tiempos los precios se han disparado por el alza del precio del combustible y por la obligatoriedad de contratar un monitor para que acompañe a los chavales en los trayectos, dadas las condiciones especiales de estos chicos. El resultado es un alza de precios que resulta inasumible para las familias, muchas de las cuales se han dado de baja en el servicio. El resto, una quincena, deberían pagar 178 euros al mes por el servicio, al ser cada vez menos y tocar a más.
"Mucha gente no se lo puede permitir, lo primero es comer y cada vez más familias están en paro o en ERTE en estos tiempos", denuncia Sandra Labra, madre de un chico con un 75 por ciento de discapacidad y vocal de la Asociación de Padres del Marítimo.
La cifra que les sale a pagar es "exagerada", con lo que muchos padres "ya nos han dicho que no podrán llevar a los niños al colegio
El Marítimo, además, "no selecciona alumnado, sino que recibe a miembros a través de la Comisión de Escolarización derivados de los servicios de orientación", aclaran. Las familias "no tenemos dónde elegir", denuncian, y por eso reclaman a las administraciones una ayuda para disponer de transporte en unas condiciones dignas.
"Los días que llueva o haga viento muchos de los niños que no pueden pagar el transporte no vendrán", razonan, porque o bien lo hacen a pie o en transporte público con los problemas que ello conlleva, porque tienen movilidad reducida, problemas de conducta o sencillamente sus padres no tienen coche o no disponen de medios para desplazarse desde la otra punta de la ciudad dos veces al día. "Necesitamos ayuda", claman, "o nuestros hijos no tendrán una oportunidad".
