La comunicación política "es como el maquillaje", ya que "trata de ocultar aquello de lo que no queremos que se hable y destacar lo que más nos favorece". Así lo explicó ayer Rafael Rubio, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y consultor político en una charla, dentro de los Encuentros de la Juventud de Cabueñes, con Fátima Micheo, exsubsecretaria de Comunicación de Presidencia del Gobierno de la República Argentina. "Es un juego permanente para tratar de destacar lo bueno y hacer pasar desapercibido lo malo, eso es crear agenda política: que se hable de los temas que más nos favorecen, en los que estamos más a gusto, con los que más nos identificamos y nos puedan hacer ganar más votos", incidió Rubio en el coloquio, moderado por el redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA Eduardo Lagar. Cuando no se puede lograr, los gabinetes de comunicación tratan de lanzar "cortinas de humo" con temas que perjudiquen menos al político y que puedan desviar la atención.

Rubio se mostró "dispuesto a trabajar con cualquiera, me caiga bien o mal, siempre que, de salir bien la estrategia, no fuera un perjuicio para la sociedad". Y remarcó que "el único que audita es el mercado, pero a veces premia la falta de honestidad". Para Micheo, "la comunicación política busca el consenso, explicar las medidas del gobierno y generar entendimiento, aceptación y no enfrentamiento", con lo que "debemos trabajar para que se entienda por qué hacemos lo que hacemos".

No obstante, indicó que "se están acelerando tanto los tiempos en la toma de decisiones que se complican mucho el diseño de las políticas y su comunicación". "El denominador común de las políticas de comunicación es el caos: tenemos estrategias de comunicación, sabemos qué tenemos que transmitir, pero después no es tan fácil porque hay pocas ventanas de oportunidad para comunicar lo que queremos", indicó. "Los dirigentes acostumbran a gastar más tiempo respondiendo a los ataques que les llegan", remató.