El Partido Popular de Gijón vuelve a la vida un año después, al menos, formalmente. El presidente, Mariano Marín, convocó ayer por correo electrónico a los miembros de la junta local, que no se reúne desde octubre de 2019, para un encuentro que tendrá lugar el próximo martes, 3 de noviembre, a las 19.00 horas. La cita será telemática debido a las restricciones para frenar los contagios por coronavirus y se producirá dos semanas después de la elección de Teresa Mallada como líder regional. En el seno de la formación, cada vez son más numerosas las voces favorables a que Marín renuncie a su cargo para abrir un período de renovación, pero el abogado ha manifestado a varios dirigentes durante los últimos días que no tiene la intención de dimitir.
Con la reunión de la junta local del próximo martes, el PP de Gijón pondrá fin a una situación inédita en su historia. Nunca antes el partido que durante décadas lideró el centroderecha en la ciudad había pasado más de un año sin citar a sus órganos internos. La última sesión tuvo lugar hace casi trece meses en el colegio Jovellanos por problemas logísticos en la sede, ubicada en la calle Álvarez Garaya. Desde entonces, la línea política del grupo municipal ha estado única y exclusivamente en manos de sus concejales, una situación anómala que contraviene los estatutos internos. De ahí que la convocatoria levantara ayer expectación entre una militancia anestesiada por la falta de actividad.
La junta local del PP de Gijón está integrada por 61 miembros. Una parte de ellos, incluido el propio Marín, son afines a la expresidenta regional y senadora, Mercedes Fernández. También son numerosos los próximos al diputado autonómico y secretario general en la ciudad, Pablo González. El choque entre ambas facciones es total desde hace tiempo. Además, tienen asiento, entre otros cargos, los tres concejales, con el portavoz municipal, Alberto López-Asenjo, a la cabeza. Este órgano es el encargado de tomar las decisiones más importantes de la formación, incluidos los nombramientos de los dirigentes, que se votan a petición del presidente. Además, es el cauce para elegir a un nuevo líder en ausencia de congreso o gestora. Su control, por lo tanto, es fundamental.
