Entre lo feminista y lo cotidiano, los encuentros de poesía “Poex” cerraron ayer su primera edición, muy limitada y desarrollada casi íntegramente en formato online por la actual situación de pandemia, de la mano de los poetas Javier García Rodríguez y Aurora Luque. Moderados por el también escritor Miguel Rojo, ambos autores defienden, cada uno a su manera, la vigencia de los mitos antiguos en la literatura actual y la importancia de mezclar en ella nuevos formatos y expresiones que rocen, casi, el lenguaje coloquial. El encuentro se realizó en directo a través de la plataforma Youtube y puso el broche final a una edición sobre la que Jaime Priede, su impulsor, hace un balance más bien positivo. “Lo ideal hubiese sido hacerlo de otra manera, pero antes de prohibirse los encuentros culturales los aforos ya estaban reducidos y solo podríamos acoger a unas 25 o 30 personas. Estamos viendo, ahora, que al colgarlas en internet hay gente que las ve en diferido. Creo que así hemos llegado a más gente”, opina.

Luque, galardonada el año pasado con el Premio de Poesía Loewe, centró su intervención ayer en la lectura de “Gavieras”, el poemario que le mereció el galardón. Leyó, no obstante, un primer poema fuera del guion previsto, uno titulado “Disidanzas” que rinde homenaje a la artista Nancy Spero. Es la autora de una obra artística en el metro de Nueva York en la que aparece una figura “liberándose” del mural que la atrapa. Fue la manera de Luque de dar la enhorabuena “a las mujeres que luchan, como las norteamericanas con su voto”, por la derrota de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos.

Lo cierto es que buena parte de la obra de Luque pone el acento en el poder femenino. El propio título de “Gavieras” es un homenaje a las mujeres y a la editora que logró incluir este término femenino en el diccionario, Ana Santos Payán. “Yo uso este término ahora para hablar de las mujeres que ya no se sienten a gusto en la habitación propia y quieren ir más allá”, razonó la poeta. También leyó “Senderuelas”, un poema que habla sobre las palabras como personas reales que se mueven y evolucionan. Es su manera de reivindicar la “fluidez” de las personas. “No hay identidades fijas asociadas a idiomas o países únicos; hay mucha más verdad y más posibilidad de belleza si nos consideramos seres caminantes, seres gavieros. Y las palabras también lo son”, razonó.

Javier García Rodríguez.

García Rodríguez se puso delante de la pantalla con su “Miedo a los perros que me han dicho que no muerden” bajo el brazo. Un poemario, según Rojo, “como un salto al vacío” y solo alcanzable por escritores “valientes”. Adopta el formato de crónica, marcando las horas de cada poema desde primera hora de la mañana y hasta la medianoche. El protagonista, a lo largo de ese día, se topa con imágenes poéticas en situaciones cotidianas, como con un menú del día que ofrece “mala cara y ojeras a la plancha”. “Es un libro que trata de demostrar un día completo en la vida de alguien que hace las cosas que hacemos todos los días: encontrarnos con una obra, con un columpio, ir a clase, comer, encontrarse un poema en una pared o en una conversación de Twitter. He tenido la suerte de que mis editores me han dejado plantear casi cualquier cosa”, explicó el propio autor.

Ambos poetas defendieron también ayer la vigencia de la cultura antigua, especialmente la griega, presente siempre en la obra de ambos. Ante la pregunta de Rojo de por qué no había envejecido tan bien la cultura egipcia, por ejemplo, Luque lo tuvo claro. “Las pirámides servían para enterrar a tiranos, pero el templo griego era para los ciudadanos. Aunque las mujeres no podían serlo, sí participaban en la ciudad. Nos puede fascinar lo lejano de Egipto, pero no hay una sensación de que esa riqueza es aprovechable. Es eso de la utilidad de la literatura. Lo que sacude a los personajes griegos es lo que nos sacude hoy en día a nosotros, lo que nos hace llorar y emocionarnos. Por ejemplo: Ulises no quiere ser inmortal, quiere volver a la mar y volver con los suyos”, resumió. “La herencia griega va por otro camino; es lo bello, lo humano y lo vivo”, añadió. García Rodríguez, de acuerdo con la autora, completó que, a su juicio, lo griego pone el acento “en lo pequeño”. “El otro día estaba releyendo ‘Antígona’ y es tan emocionante ver tantas cosas en ese libro que son también cosas de ahora mismo”, justificó.

Priede, por su parte, reivindica esta primera edición de “Poex” y se alegra de no haberla anulado: “Salimos convencidos de que los actos culturales nunca son inoportunos, porque no son un complemento. La cultura es necesaria de forma permanente y nosotros la asumimos como un servicio público”. También cree que el cuidado de la “puesta en escena” de autores y moderadores ayudó a que la imagen general de los encuentros fuese “seria y elegante” y no con el carácter “informal” de actividades del estilo. “Lo importante es que ‘Poex’ nace con idea de continuidad. En los próximos años seremos más ambiciosos”, adelantó.