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El amigo gijonés de Lorca

Pablo Suero, de quien se recupera “Agonía de un mundo”, emigró de niño a Argentina y tuvo vinculación con los poetas del 27, Evita y Gardel

Lorca y Pablo Suero

Cuando el “Conte Grande” arribó al puerto de Montevideo el 13 de octubre de 1933, Federico García Lorca era uno de los más celebrados poetas y dramaturgos españoles. Nada entonces hacía presagiar su asesinato en Granada, tres años después, por pistoleros facciosos. En aquella otra mañana otoñal y montevidena le esperaba a pie de buque un personaje singular y excesivo, periodista de fama, además de temido crítico. Pablo Suero, gijonés nacido en el histórico año de 1898, cuando España perdió a manos de Estados Unidos sus últimas colonias, se convertiría poco después en el mejor introductor de Lorca en la vida cultural y escénica de Argentina, el país al que el asturiano había llegado siendo poco más que un chiquillo. Ambos se hicieron grandes amigos.

Pablo Suero es aún un desconocido para la mayoría de sus paisanos. Y eso pese al interés de muchos tramos de su biografía. Se ha sugerido que llegó a tener algún tipo de relación íntima con Eva Duarte, o sea, con la actriz a la que dirigió antes de convertirse en Evita Perón, amada y llorada primera dama de la Argentina. Y sabemos que hasta el mismo Gardel cantó y grabó uno de los tangos que escribió el gijonés: “Se acuerdan muchachos de aquella/ locura de la ‘gardenier’...”. Por fortuna, se va aclarando ese espacio de sombra en el que ha estado recluido durante años el que fuera también director de Prensa y Radiodifusión de la provincia de Buenos Aires.

Un trabajo de explicación que debemos en gran medida a Mirtha Mansilla y Alfonso López Alfonso. Son los autores de “Del esplendor al olvido”, unas ceñidas páginas que componen el epílogo de “Agonía de un mundo”, libro de poemas de Pablo Suero que acaba de rescatar en una preciosa edición, con prólogo del poeta y crítico José Luis García Martín, el sello gijonés Impronta.

Este interés por la vida de Pablo Suero, al que apodaban “el Gordo” por su figura entrada siempre en carnes, empezó a prender a raíz de la investigación que el hispanista Ian Gibson hizo para sus “Cuatro poetas en guerra”. En aquella pesquisa descubrió un libro clave, “España levanta el puño”. Es un curioso volumen en el que el gijonés, desplazado a Madrid para cubrir las cruciales elecciones de 1936, incluye entrevistas y reportajes con algunas de las personalidades más relevantes de aquel momento republicano: de Manuel Azaña, Largo Caballero o Dolores Ibárruri (“Pasionaria”) a Joaquín Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera; de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna o el también asturiano Alejandro Casona. Un filón para todos los interesados en esa tensa hora previa al golpe de estado de julio de 1936 y la posterior Guerra Civil.

Pablo Suero, en el centro de la foto, flanqueado por Lorca y María Teresa León y con un grupo en el que están también Alberti, Aleixandre y Altolaguirre.

Ese epílogo de Mirtha Mansilla y Alfonso López Alfonso está lleno de noticias de interés para trazar el perfil de Pablo Suero, hijo de Pablo Suero Entrialgo y de María de la Paz Siero Cueto. Como se ve, no escasean los apellidos asturianos. Se conserva, por ejemplo, una foto de 1904 en la que aparece un Pablo muy niño aún que sostiene, en Gijón, el estandarte del Batallón Infantil de España.

La vida cambió para el futuro escritor y poeta cuando su padre inició una relación extramatrimonial con Dolores Junquera. Embarazada, deciden “fugarse” –como se decía entonces– a Argentina y la pareja opta por llevar con ellos a los dos hijos mayores de él: Félix y Pablo. Este último, una vez establecidos en Buenos Aires, se convierte en un ávido lector que elige, con sólo 16 años, independizarse de su progenitor. No se llevaban bien. Pablo Suero llega así a las redacciones de los periódicos y empieza a aprender el oficio. En 1920 publica su primer libro de versos, “Los cilicios”, y dos años más tarde da a la estampa la novela “La mujer que no tuvo corazón”.

Pablo Suero, que fungió como corresponsal de “La Razón” en París y protagonizó algunas correrías europeas incluso con el dictador griego Metaxas, según recogen Mirtha Mansilla y Alfonso López Alfonso, fue un exitoso autor de piezas teatrales sobre asunto criollo en las que mezclaba drama y comedia. Firmó un guion de cine, dirigió compañías escénicas y frecuentó tertulias en las que peroraban personajes de tanta enjundia como los vanguardistas Oliverio Girondo y Norah Lange.

Conoció a Eva Duarte en noviembre de 1935. “El idilio extramatrimonial de Pablo Suero con la futura Eva Perón queda de momento para el chismorreo y la novela”, leemos en el epílogo de “Agonía de un mundo”. El gijonés, que tenía 38 años cuando se casó con Delia Díaz, de tan solo 21, Murió el 3 de febrero de 1943 en Haedo como consecuencia de un accidente de coche.

La reedición de “Agonía de un mundo”, publicado en 1940 y el segundo poemario de Pablo Suero, ofrece una sugestiva semblanza de un asturiano que se codeó con los grandes poetas de la Generación del 27 (sonríe en una foto junto a Lorca, Alberti, Aleixandre o Altolaguirre, puño en alto) y que no olvidó su Asturias natal. La prueba son los versos de “Viejo álbum familiar ”. Recuerda ahí a familiares y rincones de su tierra. Afirma García Martín que algunos estos poemas –un puñado– están llenos de “dolorida verdad”.

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