La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gijón en el Antroxu que no fue: Los kilómetros que se quedan en la memoria

“El cansancio de recorrer Gijón es el mayor gusto”, evocan miembros de peñas de El Coto, Monteana y Cenero en un lunes de Antroxu sin su popular desfile

Los kilómetros que se quedan en la memoria

Ainhoa López confiesa uno de los “dramas” de este Antroxu. “No paran de preguntarme si no vamos a disfrazarnos y desfilar por la calle”, comenta la componente de la “Asociación San Nicolás”, en el barrio de El Coto, que desde 2009 dedicaría un día como el de hoy a desfilar por Gijón. Pero este lunes de Antroxu no puede ser. El covid-19 lo impide.

“Se nos va a hacer muy raro. Esa sensación de que nos digan que no hace falta empezar a bailar hasta la plaza de toros cuando nada más salir de El Molinón ya nos pueden las ganas”, rememora Christian Guisado, otro componente de esa peña con carroza. “Ganamos el año pasado en nuestra categoría y nos quedamos sin defender el título, pero da más tristeza quedarnos sin el desfile. Es lo que toca”, cuenta Zeus Fernández, otro miembro del grupo.

El lunes de Antroxu es el día señalado para echarse a la calle. Sacar el disfraz, lucirlo, y vivir como espectador o como participante un desfile multitudinario al que ponen color las charangas pero también las peñas con sus carrozas.

Los kilómetros que se quedan en la memoria

“Se disfruta muchísimo. Es recorrer de arriba abajo Gijón pero te quedas siempre con ganas de más”, destaca Alexandro Gallego, de “Los Amigos” de Monteana, con un cuarto de siglo de historia sacando su carroza a pasear en Carnaval. “En octubre ya empezábamos a prepararla, decorarla y ensayar el baile. Teníamos una gran unión los 30 de aquí, disfrutábamos mucho con toda la puesta a punto, y nos divertíamos mucho por la calle. Desfilar es algo que te llena”, señala Gallego. En Monteana, al menos, vivirán un pequeño Antroxu interno. “Con cuidado, sin juntarnos, pero nos disfrazaremos”, apunta, acompañado de los pequeños Yago Gómez, Carmen Berén, Ángel Queipo y Elena Queipo, que ya han rescatado algún disfraz de otros años.

“El cansancio de recorrer la ciudad es el mayor gusto que tienes. No quieres que acabe nunca”, explica Guisado, de El Coto, al que se le hará raro salir a la calle hoy sin la comitiva de más de una treintena de personas. “Esa sensación de que te miran, y comenten de qué vas disfrazado, te hace gracia”, relata. En su caso, el año pasado representaron una heladería moderna, con todas sus piezas. “Lo más difícil es planificar el vestuario, se hacen encargos a nivel industrial, puedes pedir 3.000 bolas de plástico para construir un elemento”, indica Ainhoa López.

La cita del desfile sirve para hacer partícipe a todo el municipio del Antroxu. “Siempre ponemos el nombre de Cenero bien grande para que se vea”, comenta Adrián Fernández, del “Club La Amistad”.

Los kilómetros que se quedan en la memoria

“Es un poco triste todo. Nos falta esa carroza de siete metros, los nervios por los detalles de última hora, la tensión para que todo salga bien”, detalla. “No sé si existe otra forma mejor de pasar el Carnaval, pero si se prueba a ir con una peña con una carroza, un baile y un disfraz, se queda enganchado para siempre”, cuenta.

Tirando de móvil, de recuerdos, de disfraces en casa para conectarse de forma virtual, o simplemente para salir a la calle, las peñas que hoy tendrían que desfilar vivirán su Antroxu particular separados. “Recuerdo algún diluvio, de suspender el desfile, o cuando nos voló el techo de un hórreo que habíamos hecho cuando representábamos la mitología astur. Pero éste es muy extraño. No nos queda otra que pensar en el año que viene. Ahí lo disfrutaremos el doble”, concluye Ainhoa López.

Compartir el artículo

stats