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Tres décadas de pasión por la fotografía

El Antiguo Instituto acoge una selección de trabajos del premio “Man Ray” de Gesto: “Es una de nuestras señas de identidad”

Por la izquierda, Manuel María González, Arlé Cortés y Antonio Merediz observan la XXX Muestra fotográfica “Man Ray” en el Antiguo Instituto. Marcos León

La pandemia se llevó en 2020 una cita muy apreciada, con más de un centenar de participantes por edición, y con tres décadas de historias. El premio “Man Ray” se quedó sin celebrar por primera vez en tres décadas. Pero la Sociedad Cultural Gesto ha recogido otra cita indispensable, que era la muestra con una selección de las mejores fotografías. Con cuatro meses de retraso, la asociación la ha recuperado, en su trigésima edición. “El ‘Man Ray’ de fotografía es una de nuestras señas de identidad. La imagen siempre ha estado muy presente en estos 60 años de historia de Gesto, con el concurso y muchos talleres y exposiciones”, señala Arlé Cortes, presidenta de Gesto.

La segunda planta del Antiguo Instituto acoge la XXX Muestra “Man Ray” de fotografía, que se podrá visitar hasta el 31 de marzo (estaba previsto inicialmente hasta el día 13 del mismo mes). Un recorrido por algunos de los trabajos premiados en estas tres décadas, junto a cámaras antiguas o folletos de otras ediciones. “Aquí se identifica la trayectoria de Gesto y también de Juan Garay, un pilar de la Sociedad Cultural durante muchos años, que era un apasionado de la fotografía”, cuenta Cortés, que espera que en 2021 puedan retomar el concurso. “Tendremos que buscar la fórmula para hacerlo dentro de las dificultades que existen, se lo debemos a muchos concursantes que son asiduos y lo disfrutan mucho”, añade.

Antonio Merediz, responsable de fotografía en Gesto, lleva 25 años vinculado al certamen. Recuerda el motivo por el que se decidió darle a este concurso el nombre de “Man Ray”, seudónimo del fotógrafo Emmanuel Radnitzky: “Dominó el dadaísmo y el surrealismo. Transmitía una exquisitez muy especial. Fue un adelantado a su tiempo”. Y explica también que, como jurado del certamen, tuvo muy difícil elegir los trabajados ganadores. “Siempre contamos con un nivel muy alto de trabajos para un premio que era casi una propina”, explica.

Echando la vista atrás, entre las fotos que inundan recuerdos de tres décadas, Merediz, ahora jubilado tras una vida dedicada a la fotografía, echa de menos ese toque único del laboratorio. “Cambió mucho el proceso. Antes el ‘alma mater’ era el blanco y negro, con gente que manejaba el laboratorio de maravilla”, reflexiona. Le cuesta elegir algunas instantáneas que le hayan marcado más que otras. Pero su criterio para seleccionar a los mejores lo sigue teniendo claro: “Siempre valoraba mucho la composición, después la técnica y finalmente que el tema se haya tratado con la máxima delicadeza”.

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