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Cartas de ida y vuelta de Madrid al IES Mata Jove

Alumnos del centro de La Calzada se cruzan misivas con un colegio de la capital para poner en valor la cercanía del correo postal

De Madrid a Gijón: las cartas pre-pandemia que unieron a alumnos asturianos y madrileños

De Madrid a Gijón: las cartas pre-pandemia que unieron a alumnos asturianos y madrileños Marcos León

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De Madrid a Gijón: las cartas pre-pandemia que unieron a alumnos asturianos y madrileños Luján Palacios

Escribir una carta en un folio, doblarlo y meterlo en un sobre, ponerle un sello, la dirección y echarlo al buzón para esperar unos días a que llegue, y algunos más para recibir la respuesta, es para los chavales de hoy en día una actividad cercana a la alquimia. Un ejercicio “vintage” que, salvo la misiva a los Reyes Magos pocas veces han practicado, y que en el IES Mata Jove de Gijón cultivan con esmero para que el mundo de la correspondencia personal no acabe del todo engullido por las nuevas tecnologías.

Es el empeño con el que la profesora de Lengua Nuria Sánchez lleva ya varios cursos de labor. “La carta, como tipo de texto, es un contenido curricular. Yo la trabajo siempre con mis alumnos para que conozcan su estructura, sepan dónde se compran los sobres y los sellos y cómo se rellenan, porque muchos no saben”, explica.

El curso pasado sus alumnos de segundo de la ESO mantuvieron correspondencia con estudiantes del colegio Nuevo Equipo de Madrid, gracias a la amistad de la profesora gijonesa con una de las docentes madrileñas. Los alumnos de primero de ESO hicieron lo mismo con alumnos del IES Néstor Almendros de Tomares (Sevilla), también por mediación de una amiga. Fue justo antes de la pandemia, y todos ellos enviaron su carta. “Las llevé a la oficina de correos de La Calzada, donde la encargada les explicó de forma muy amena todo lo relativo al envío de cartas y paquetes”, explica Nuria Sánchez.

Tras cumplimentar el proceso, las misivas de respuesta de Madrid llegaron el 28 de febrero del año pasado, con tan mala suerte que “ese día me quedaba de baja y las recogí cuando me iba del instituto pensando en entregarlas a mis alumnos cuando volviera a trabajar”, relata la docente. Pero por el medio se desató una pandemia, los estudiantes no volvieron a clase y las cartas se quedaron en su casa. Hasta el pasado viernes, día en que por fin los alumnos pudieron ver qué les habían escrito los chavales de Madrid. Las cartas de Sevilla, en cambio, no llegaron a salir de Andalucía en mitad del caos por el coronavirus.

Y así, lo que era en realidad un ejercicio de Lengua, se ha convertido en todo un experimento sociológico, porque “desde luego que si escribo la carta hoy no hubiera puesto lo mismo”, señala Kader Diaw, uno de los gijoneses participantes en el proyecto. “Con todo lo que ha pasado en este año, más que contar lo que hacemos en el tiempo libre contaría lo que no podemos hacer”, asegura, emocionado por descubrir lo que le relataba el alumno madrileño.

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Los alumnos IES Mata Jove no renuncian a las cartas

Retazos de una vida que a los escolares les resulta ya muy lejana, porque cuando fueron a echar las cartas lo hicieron en grupo y algarabía, y ahora en cambio deben leer las respuestas de mascarilla, sentados a distancia, después de lavarse las manos con gel desinfectante y tras dejar reposar los sobres varios días, depositados en los buzones que ellos mismos han elaborado y que se colgaron en la biblioteca del centro para dar lectura a las cartas.

“Le gusta lo mismo que a mí, me dan ganas de contestarle”, afirma Samuel Alcaide, quien contó en su misiva “cómo es el barrio, en el que tenemos de todo menos aire limpio”, sostiene. Sheila Hernández devoró en pocos minutos la carta que le envió un chico llamado Adrián, porque “hace ilusión ver qué cuentan y cómo viven”.

La familia, las mascotas y las aficiones que antes se practicaban sin restricción son las protagonistas de las epístolas, en las que lo que más les llama la atención a los chavales es “la letra, dice mucho de las personas”, afirma Noemí Pérez. “Es muy interesante conocer de esta manera a otra gente de la que no tienes ni foto, y esperar a ver qué cuentan”, apunta, acostumbrados hoy en día a la inmediatez del Whatsapp, el Instagram o Facebook. “Es raro, porque no puedes preguntar por lo que está pasando en este momento, hay que esperar mucho por la respuesta”, asiente Hernán de León, que acaba de descubrir que, a Laura, su remitente, le gustan los animales, pintar y el rugby.

La experiencia, en la que ha colaborado también la profesora Áurea Reduello, ha supuesto todo un mundo de novedades para los jóvenes. Por lo que se contaba en las cartas antes de la pandemia y por la experiencia de sentir un cosquilleo cuando llega a una carta a su nombre. Eso sí, para seguir manteniendo el contacto, “mejor por Instagram, y así nos vemos”.

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