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Hablan las vecinas de las dos gijonesas localizadas muertas en su piso de El Llano: "Nos enteramos al ver a la Policía"

Los residentes del edificio donde fueron halladas señalan que ambas pasaban por una delicada situación

Hablan las vecinas de las dos gijonesas localizadas muertas en su piso de El Llano: "La hija estaba para que la cuidaran"

“La madre estaba impedida y la hija con depresión. Conmigo vino a llorar alguna vez, pero yo poco podía hacer, porque en mi casa también tengo lo mío". Así se expresó esta mañana Chelo Espina, una de las vecinas más cercanas a  María Elsa Candás y a Vanessa Fernández, las dos mujeres, madre e hija, que fueron localizadas muertas en su piso de la calle Juan Alvargonzález, donde pereció hace varias semanas. "Alguna vez que la vi yendo a comprar (a Vanessa) le dije que se quedara conmigo a tomar un café en una terraza, pero no quiso. Uno de los policías que vino me dijo que aquí tenían que haber intervenido los servicios sociales. Teníamos que haber intervenido todos, pero no se puede”, lamentó Espina, muy afectada por un final tan trágico para dos mujeres que se encontraban desde hacía tiempo en una situación complicada. La madre, a la que apodaban Elsita, sin poder moverse de la cama. Y Vanessa, la hija, con depresión y con problemas de alimentación.

Chelo Espina vivía puerta con puerta con ambas. Dada las escasas salidas a la calle de la hija, apenas para hacer compras, señala Espina, los vecinos no sospechaban lo que había al otro lado de la puerta de las dos mujeres. “Me enteré cuando me picó la Policía, porque llevaban tiempo sin verla. Primero había venido a picarles un amigo de Vanesa, porque no respondía a sus llamadas ni en las redes (sociales)", explica Espina. Este amigo había ido hacia la una de la tarde de ayer a la calle Juan Alvargonzález. Al no tener noticias de ella fue a preguntar a la farmacia donde Vanessa realizaba sus compras. Ahí la dijeron que hacía tiempo que no la veían. Fue entonces cuando se decidió a avisar a la Policía Nacional, que, tras cerciorarse de que no estaban ingresadas en algún centro sanitario, llamaron a los bomberos y accedieron a la casa por una ventana.

Madre e hija estaban muertas, tendidas sobre las camas de sus respectivas habitaciones, en el caso de la hija, boca abajo. La investigación descarta una muerta violenta y, aunque es difícil establecer la cronología de las defunciones, se baraja la hipótesis de que la hija pudiera haber atentado contra su vida. El delicado estado de salud de la madre hacía “cada poco viniera el médico o el enfermero” al domicilio en el que residían desde hace ocho años, prosigue Chelo Espina, sobre las dos mujeres que residían en un segundo, de alquiler, y con dos gatos. Uno de ellos apareció ayer y fue trasladado al albergue. El otro sigue en paradero desconocido.

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