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El conjunto de “Forma Antiqva” en el escenario del Antiguo Instituto.

Recital “único” de “Forma Antiqva”

Los hermanos Zapico recorren el Madrid del siglo XVIII en un Antiguo Instituto lleno

“Son los mejores”. Con esta sentencia esperaba ayer Consuelo Motas, junto a su familia, el concierto de “Forma Antiqva” en el XXIV Festival de Música Antigua. El trío formado por los hermanos Zapico se ha ganado el favor del público y los críticos, llevando sus experimentos barrocos a los escenarios más ilustres del mundo.

Acompañados de los violinistas Jorge Jiménez y Daniel Pinteño, y con Ruth Verona al violonchelo, presentaron “Farándula Castiza”, un programa ganador del prestigioso premio Sello FestClásica 2021 en el Antiguo Instituto.

Melómanos como César Pérez y su mujer acudieron ayer por primera vez a un espectáculo de la formación para disfrutar de "un concierto único”. “No hay muchas oportunidades de escuchar música antigua”

Melómanos como César Pérez y su mujer acudieron ayer por primera vez a un espectáculo de la formación para disfrutar de "un concierto único”. “No hay muchas oportunidades de escuchar música antigua. En el Auditorio de Oviedo hay mucha clásica pero no con instrumentos antiguos como los que tocan ellos”, coincidía la pareja entre los turistas y aficionados que hacían cola ajenos a que las entradas para el concierto estaban agotadas desde el pasado sábado.

El trío asturiano es célebre por investigar el repertorio barroco español y llevar a escena a compositores poco reconocidos con propuestas experimentales. En “Farándula Castiza” rescatan obras de José Castel, Vicente Baset y José Nebra, entre otros. El recital comenzó con la “Obertura de Iphingenia en Tracia”, de Nebra, al que siguieron tres jornadas y terminó con una pieza de Baset.

Ataviados con un vestuario diseñado especialmente para este concierto, hicieron un recorrido musical por el Madrid de mediados del siglo XVIII, dónde emergió un bullicio cultural con estilo propio

Ataviados con un vestuario diseñado especialmente para este concierto, hicieron un recorrido musical por el Madrid de mediados del siglo XVIII, dónde emergió un bullicio cultural con estilo propio. En las calles madrileñas de la época las influencias italianas y francesas adquirieron un sabor castizo entre sainetes, zarzuelas y tonadillas, que en la tarde de ayer volvieron a cobrar vida en el patio del Antiguo Instituto.

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