El Museo Evaristo Valle se vistió ayer de gala para recibir, un verano más, a una familia virtuosa de la música clásica. Eran Natalia Lomeiko, Yuri Zhislin y la hija de ambos, Anya, de tan solo siete años, que ofrecieron un recital melódico a manos de su violín, viola y piano.

Para un aforo muy reducido de 35 personas y cumpliendo con todos los protocolos y medidas contra la pandemia, comenzaron a las 20:30 horas a cautivar a los asistentes con su interpretación de piezas musicales de época. Madre e hija abrieron con “Romanza”, de Charles Dancla, para continuar después con “Coro de Cazadores”, del compositor Carl María Von Weber.

El padre tomó después el sitio de su pequeña para el siguiente acto, en el que interpretó en la viola, con su mujer en el violín, “Dúo de cuerda número 2 en si bemol mayor”, autoría de Mozart. El protagonismo recayó en el pase siguiente sobre la joven Anya, cuando Lomeiko y Zhislin le dejaron el escenario con la única compañía de su piano. Comenzó la pequeña entonces a mostrar un derroche de talento propio de una veterana profesional. Piezas de Béla Bartók, Tchaikovsky, Robert Schumann, Samuel Maykapar o el propio Wolfang Amadeus Mozart fueron tocadas con maestría por la benjamina de este trío familiar, que fue premiada con los aplausos de todos los allí reunidos y con un ramo de rosas rojas que fue entregado por parte de la organización del museo.

Finalmente, para terminar el concierto, Lomeiko y Yuri Zhislin –que junto a su hija son ya invitados asiduos para las citas musicales que organiza periódicamente el museo gijonés– interpretaron un “dúo para viola y violín en do mayor”, obra de Alessandro Rolla, para rematar con “Passacaglia”, de Johan Halvorsen. Tras una hora de música, dieron fin al recital, llevándose una ovación del público que se puso en pie para despedirles.