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Julio Jonte Lastra Director de Proyecto Hombre en Asturias

“El triunfo del botellón puede banalizar el riesgo del consumo de alcohol en los jóvenes”

“Tras la pandemia ha aumentado el uso de hipnosedantes en mujeres y el abuso de las pantallas por parte de los menores”

Julio Jonte, en su oficina de la plaza de El Humedal. Marcos León

Con el abuso de los hipnosedantes por parte de las mujeres y la cada vez mayor normalización entre los jóvenes del uso de las pantallas, las nuevas tecnologías y los juegos online en mente, el director de Proyecto Hombre, Julio Jonte, entiende que la pandemia en la ciudad puede poner sobre la mesa un nuevo riesgo: si el botellón que durante este verano asoló la zona de Somió se adopta como un modelo estable de ocio, los jóvenes corren el riesgo de “banalizar” una conducta de riesgo que en la edad adulta podría convertirse en una adicción.

–Ya cada vez más cerca de la normalidad, durante el confinamiento expertos en adicciones temían un efecto rebote tras la desescalada. ¿Se notó en Gijón?

–El fenómeno de las adicciones tiene un carácter global, así que puedo mencionar dos informes. La encuesta del Plan Nacional sobre Drogas durante la pandemia nos dice que en el confinamiento sí hubo una disminución del consumo de sustancias, tanto de alcohol como de cocaína y cannabis, y con la excepción de hipnosedantes sin receta. Esto nos indica cuánto está influido el consumo de drogas al comportamiento social y al espacio grupal. El otro documento es el Informe Europeo sobre Drogas, que destaca que el consumo se redujo, pero solo durante un primer momento de confinamiento. Todo parece indicar que pueda haber aumentado la disponibilidad de drogas en el mercado y que nos podamos encontrar en un futuro inmediato con ese efecto rebote. Y hay dos cuestiones más: las mujeres y el incremento del consumo de hipnosedantes y la irrupción de un uso inadecuado de las nuevas tecnologías, con el incremento del juego online. Son elementos a considerar.

–El mercado del tráfico de drogas también supo adaptarse a la pandemia. ¿Cómo se ha vivido aquí la situación?

–La pandemia trajo estrés psicosocial, por la incertidumbre económica y social, y eso puede generar una búsqueda en estos comportamientos como salida al malestar individual. Se ha visto evidente la potencia del propio mercado ilegal de drogas, le ha permitido adaptarse con una enorme facilidad a los nuevos escenarios sociales. Por ejemplo, los informes dicen que el cannabis se ha estabilizado en consumo, pero que han aumentado de manera importante los contenidos de THC con el incremento por lo tanto del riesgo para la salud en su consumo. Especialmente con la aparición de los sintéticos. No soy un experto en el mercado, pero se ve que los consumidores han podido encontrar vías alternativas para conseguir sustancias, lo cual evidencia esa adaptación.

–¿Se notó en el nivel de trabajo en la ciudad?

–En Gijón, y pese a las restricciones y confinamientos, y en general ha sido así para Proyecto Hombre, no hemos sufrido una reducción en los niveles de atención. Y sí detectamos que algo que toda la evidencia científica que viene saliendo en diversas investigaciones a nivel mundial: que la población con problemas de adicción o consumos problemáticas son más vulnerables ante la covid-19.

–Proyecto Hombre está, a nivel nacional, en plena campaña de concienciación. ¿Sigue fallando la percepción de riesgo?

Ahí queremos incidir: la percepción del riesgo es muy baja. Las políticas de prevención son fundamentales. Los costes de sufrimiento, en muertes prematuras, en disfunciones familiares y relacionales, en efectos socioeconómicos no son menores. Proyecto Hombre, ha hecho algunos estudios de coste–eficiencia de las inversiones en servicios de atención a estas problemáticas y todos indican, y coinciden aquí con los estudios mundiales, que la rentabilidad de apostar por este tipo de servicios lleva a que de cada euro invertido la sociedad recupera cinco.

–Hay sustancias mucho más toleradas socialmente, como el alcohol o el cannabis. ¿Hay algún dato que enmarque este problema en la ciudad?

–Asturias es una de las regiones que más consumo de alcohol del conjunto nacional, y Gijón no se escapa a esa realidad. Respecto del cannabis, a diferencia del alcohol, tiene una normativa mucho más restrictiva y eso también incide sobre su prevalencia. El gran problema del uso del cannabis es que está asociado a una valoración más positiva de libertad y de consecuencias inocuas. Es importante decir que su consumo es mucho menor que el del alcohol, hay que romper con ese mito de que es un consumo muy extendido. Pero nosotros vemos la realidad, y créame: el uso del cannabis también genera consecuencias negativas.

–Gijón fue uno de los escenarios del macrobotellón este verano. ¿Hay más riesgo de sufrir adicción mediante esta ingesta por “atracón” de alcohol?

–Depende. El botellón añade riesgos más inmediatos, sobre todo, porque aumenta la posibilidad de ingresos en el hospital. Ahora bien, la adicción es un factor mucho más complejo. Al centrarse en una franja de edad bastante joven, esto sí es un factor de riesgo, porque someter a una banalización del consumo de alcohol desde tan jóvenes pude incidir en la conducta adulta. Pero todos los datos nos dicen que los jóvenes abandonan estas prácticas a medida que se hacen mayores. Lo que sí deberíamos plantearnos es que el triunfo del botellón está en la capacidad de los jóvenes de juntarse con grupos de su edad y en un ocio más barato. Deberíamos replantearnos qué es “pasarlo bien” y cómo se lo enseñamos a nuestros jóvenes.

–Pocos meses antes de la pandemia se inauguró el nuevo centro “Reciella” en la ciudad, para la atención juvenil. ¿Cómo ha funcionado?

–El centro vino en un momento delicado, pero ha sido un gran acierto para la ciudad y para Proyecto Hombre. En lo que va de año hemos atendido a 366 personas. En estos momentos, en Gijón, están siendo atendidas 105.

–¿Cómo funcionó la asociación durante la pandemia y en la nueva normalidad?

–Tuvimos las mismas dificultades que la mayoría de los servicios esenciales. Ha sido duro a nivel de adaptación, nos ha obligado a incrementar el personal contratado y ha sometido a nuestros equipos a niveles de estrés superior. Y no ha sido nada fácil para las personas con problemas adictivos ni para sus familias. Las atenciones no pudieron ser tan inmediatas y nos preocupaba, porque no llegábamos a donde queríamos llegar, pero hemos logrado mantener la atención y buscar alternativas fue nuestro mejor premio.

–¿Cuáles son los perfiles más habituales que acuden a Proyecto Hombre en la ciudad? ¿Qué diferencias hay según edad y sexo? ¿Y cuál ha sido la evolución histórica?

–Atendemos, como siempre, más hombres que mujeres, pero en los últimos cinco años hay un incremento porcentual de mujeres. Ha habido cambios. Las sustancias de referencia de los 90 eran fundamentalmente los opioides, la heroína, y después con la presencia de la cocaína, el cannabis y otras sustancias. Hoy, en hombres, la atención se focaliza en cocaína y alcohol, y en mujeres más en alcohol y seguido también por la cocaína. Destacaría un incremento en las atenciones por cannabis en hombres y en los problemas asociados a hipnosedantes en mujeres. Esas son las principales diferencias. Hay una media de edad más o menos estable, entre los 38 y los 45 años. También destacaría el pequeño incremento de personas de edad superior a los 60, que se ha ido haciendo más presente. En lo que va de año, Proyecto Hombre Asturias ya ha atendido 1.258 personas. Del total atendido, el 29 % procede de Gijón, en torno a 304 personas.

–Desde hace unas semanas partidos de la oposición critican la pérdida de unas subvenciones al plan contra las adicciones. ¿Afecta a Proyecto Hombre?

No, no es un tema que nos afecte directamente. El Ayuntamiento de Gijón subvenciona a Proyecto Hombre y otras entidades de la ciudad en esta materia y esa pérdida no nos afectó.

–¿Llegará a ser un problema la adicción a las pantallas?

–Los datos vienen reflejando un pequeño aumento de los problemas relacionados con un uso inadecuado de las TIC. Y si tomamos como referencia lo ocurrido durante el tiempo de confinamiento y las medidas de restricción a la movilidad, añadieron un incremento importante en el uso de estos medios y también una llegada de casos relacionados con conductas inadecuadas. Tendremos que hacer una adaptación adecuada a su implementación y los esfuerzos en educación serán fundamentales en los próximos años.

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