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Nochebuena con “la otra” realidad

Las entidades sociales se afanan en preparar la Navidad tras otro duro año marcado por el covid: “Hay mucha necesidad”

Sor Marisela Cueto, en la Cocina Económica, cierra los preparativos de la Nochebuena. Ángel González

En la calle de Los Moros, una mujer taconea rápido en el suelo mientras se desabrocha el abrigo de ante. Mucho calor para ser diciembre. Mira el reloj, tiene algo de prisa. Es la décima en esa cola que se ha formado para comprar turrón artesano. A un paseo de nueve minutos, un hombre fuma tranquilo un cigarro. Tiene el pelo cano, un gastado jersey remangado. Hay diez personas delante, otras diez detrás. Es otra cola: la de la Cocina Económica de la Asociación Gijonesa de la Caridad.

Dos realidades en un mismo mundo. La primera es fácil de ver. La segunda, cuesta más. “Hay que pararse a mirar, hay mucha necesidad”, afirma sor Marisela Cueto, Hija de la Caridad que gestiona la Cocina Económica. Y a sentir el esfuerzo de gente pequeña para conseguir lo inmenso. Como en esa cocina que lidera sor Marisela, en la que ahora mismo están empezando a preparar un menú para la Nochebuena. O en el Albergue Covadonga, que han aprovechado cada rincón –siempre respetando las restricciones por el covid-19– para unas navidades a techo. O en el Hogar San José, donde apuran a Papá Noel para que todos tengan un regalo. Hay que pararse y mirar: así son las fiestas en los recursos sociales de Gijón.

“Pasa, entra en la casa”. Sor Marisela abre la puerta de la Cocina Económica. “De la casa”, corrige siempre. Porque, explica, “aquí hacemos mucho más que dar comida, aquí somos hogar”. Por eso los fogones nunca se apagan: “Este año ha sido muy difícil por el covid. Ha supuesto un esfuerzo económico y de trabajo muy grande, pero hemos salido adelante”. Todos los días, sin fatiga. Cerrarán el año tras haber servido 213.000 menús, unos 615 al día –sumando comidas y cenas.

Ahora preparan uno de las más especiales del año, el de Nochebuena. Sor Marisela y Luis Torre, presidente de la Asociación Gijonesa de la Caridad, ultiman la decoración del comedor: “Todos los años lo hacemos, queremos que esté lo más acogedor posible”, explica ella. Esta Nochebuena, como ocurrió ya en las fiestas de 2020, no habrá cena presencial en el comedor: “Estamos recibiendo a unas 230 personas al día, es impensable meter a todos en el comedor en la situación sanitaria actual”. La solución será preparar táperes con la cena. “Estamos trabajando ya para que el menú sea un poco especial, pero se dará a las personas que vengan a comer ya para que lo lleven. Ha sido un año difícil para todos, también para nuestros trabajadores y voluntarios. Queremos darles las gracias, porque son todo”, afirma sor Marisela, con las manos abarcando el comedor.

Cristina Avello y Aurelio Collado colocan el belén en el comedor del albergue Covadonga.

Voluntarias como María de los Ángeles Suárez, que empezó a colaborar con la Cocina Económica hace unos meses: “Tenía tiempo libre y decidí dedicarlo a los demás. Porque pienso que es muy necesario, y también por la fe”, asegura. Está pelando unas patatas, suele estar en la cocina. Aunque, reconoce, lo que más le gusta es el comedor: “Es donde conoces a la gente, donde ves de verdad todo lo que estás ayudando”.

Sonríe sor Marisela al escucharla. Como es casi la hora de abrir el comedor, acompaña a las visitas fuera: “Yo soy trabajadora social, así que tengo la inmensa suerte de trabajar en lo que me gusta. La Cocina Económica lleva desde 1890 funcionando, ayudando a los otros. Nuestro deber es mantener la llama encendida para que, los que lo necesiten, sepan donde venir”. Sonríe: “La puerta de la casa está siempre abierta”.

Como la de la Fundación Hogar San José –de la comunidad de Jesuitas– que, cada año, atiende a una media de 65 menores –acogida y tutelaje–. Entrar en el centro, es entrar en un cuento: chimeneas de cartón, árboles decorados y calcetines rojos listos para los regalos. “Lo que hacemos aquí es celebrar una Navidad como una gran familia”, apunta el director general, Rafael Piñera. Y explica la técnica educativa y psicóloga, Lucía Morán, que “en Nochebuena celebramos una fiesta, ahora con el covid solo con los niños y las familias que los pueden acompañar. Antes venían amigos”. Por la noche se ponen guapos y disfrutan de un menú que ellos escogen. Las cartas a los Reyes ya están escritas, así que la parada será obligatoria.

“Queridos reyes majos...”. No es una errata, los reyes que llevan regalos a los “sintecho” de Gijón no son magos. Son majos y majas: personas anónimas que, a través de la Fundación Mar de Niebla –adherida a este proyecto en “miaportacion.org”–, hacen llegar regalos a hombres y mujeres sin hogar del concejo. Al frente de este programa en Mar de Niebla están el proyecto “Eslabón” –que coordinan Irma Benito y Andrea Vega– y la Oficina de Derechos Sociales de Mar de Niebla. Este año repartirán 43 regalos. Cuarenta y tres rescates de sonrisas. “Es una iniciativa preciosa”, afirman las responsables de “Eslabón”.

Rafael Piñera y Lucía Morán, en el Hogar San José.

Más dura parece la entrada al albergue Covadonga. Son las cinco de la tarde, hay usuarios esperando para entrar: “Suelen estar aquí, porque no tienen otro lugar al que ir”. Es así, sin ambages. Pero, desde otro punto de vista, todo es distinto: “La mayoría de las personas que vienen aquí son ya conocidas y tienen unas historias impresionantes. Hay muchas de las que aprendes grandes lecciones”, afirman entre la plantilla. Una de ellas, quizás la más dura, es que a veces a la vida le cuesta ser justa. Cristina Avello, presidenta de la Fundación Covadonga, prepara la mesa del comedor para Nochebuena junto a Aurelio Collado, trabajador del albergue: “Intentamos que las fiestas sean especiales”, apunta. Y más en este año, que ha sido muy difícil: “Hemos tenido el aforo limitado, por las restricciones del covid-19. Hemos peleado mucho por mantener el máximo número de plazas posible, sin poner en peligro la salud de los usuarios”. Ahora están al 72 por ciento. En ola de frío (por debajo de 8 grados) acomodan unas camas más: “El objetivo es dar cobijo al máximo número de personas posible”. “Porque, claro, te preguntarás dónde están las personas que ahora no podemos acoger... Pues no lo sabemos, desgraciadamente hay personas que viven en naves industriales, debajo de puentes...”.

Es así, aunque duela el alma solo de pensarlo. ¿Y unos adornos alivian? “Es muy importante mantener las fiestas navideñas siempre que sea posible”. Por eso habrá menú especial en las cenas de Nochebuena y Nochevieja. Por eso, los usuarios del albergue recibirán un regalo en Navidad y otro en Reyes.

Y ahí está, una de esas satisfacciones que aparecen tan de vez en cuando en el albergue. Y que todo lo alivian: “Lo mejor es la cara de ilusión de algunos usuarios, impagable”. Una vez, en voz baja, un hombre que parecía muy mayor –quizás la calle le sumaba años– se confesó con una trabajadora: “Es la primera vez que me traen algo los Reyes”.

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