La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El San Vicente clama por su realojo: “Vale con unas paredes, sitios hay de sobra”

Decenas de alumnos, padres y profesores piden reubicar al alumnado: “Sirven lugares como la Escuela de Comercio o el colegio Los Campos”

20

La concentración de profesores, alumnos y familias del San Vicente, en imágenes Juan Plaza

Cuesta imaginar que la víspera de Reyes a un niño que está jugando al “Fornait” con los compañeros de clase le cortan la partida: “Oye, que se cayó el techo del cole”. Cuesta imaginar que una parte del mundo de un niño desaparece bajo los escombros: un libro que le habían dejado, la mesa en la que escribió sus iniciales –a lápiz, para que no le riñeran–, el balón amarillo que había olvidado antes de las vacaciones de Navidad. Cuesta imaginar lo que pasa por la mente de un niño que cruza cerca de su centro educativo y lo ve rodeado de vallas azules. “Pues nos quedamos muy tristes, claro. Y lo peor es que no sabemos cuándo vamos a volver”. Lo dicen Juan López-Urrutia y Manuel Casas, alumnos de quinto curso del San Vicente de Paúl. Iban a clase en una de las dos aulas que resultaron sepultadas por el trágico derrumbe del 5 de enero, en el que perdieron la vida cuando trabajaban los obreros David y Andrés Velasco. Decenas de personas –familias, alumnado, docentes– se dieron cita ayer en la concentración “Todos somos Sanvi” en apoyo a los miembros de la comunidad educativa, que fueron reunidos por LA NUEVA ESPAÑA al lado del colegio a las cuatro de la tarde.

La reclamación de las familias es clara: “Solo pedimos unas paredes y un techo para que nuestros niños vuelvan a clase”, clamaron. Por el momento, solo hay propuesta en firme para reubicar a los estudiantes de Secundaria en el Patronato San José. Son 200 de los 670 alumnos que están matriculados en el céntrico colegio. “Opciones hay, como la antigua Escuela de Comercio o el colegio de Los Campos”, afirman desde la Asociación de Madres y Padres (AMPA) del centro que sufrió el derrumbe.

Que quede claro, pide la comunidad educativa a una sola voz: “La verdadera tragedia son las vidas que se han perdido, lo material tiene arreglo”. Pero el arreglo no puede esperar mucho, porque la situación es complicada: “A estos niños no se les puede pedir más, de verdad. Han pasado por una pandemia, y ahora les pasa esto. Son unos valientes, pero necesitamos ayuda para que vuelvan a una relativa normalidad”, apunta Vanessa González. Es la madre de Sofía Díaz, que ayer estaba en la concentración con sus amigas Marta Loredo y Noelia Menéndez: “Ahora solo nos podemos ver en las extraescolares, el resto del tiempo estamos cada una en nuestra casa ”, explicaron.

“Con la formación online les cuesta concentrarse. Con Infantil es aún más complicado... la vuelta a la presencialidad es imprescindible”, señala Laura Acebedo, tesorera de la AMPA. Dice que no hay lugar para las discusiones sobre la titularidad del centro –que es concentrado–: “Hay sitios de sobra, como la Escuela de Comercio, el colegio Los Campos, que ya realojó a otros centros... No nos compete a nosotros esa decisión”. “Pedimos unas paredes para las clases y un patio, un espacio, en el que puedan jugar. No pedimos mucho, solo que puedan seguir aprendiendo con sus profesores”, indica.

Las familias del San Vicente, una semana después del derrumbe: "A estos niños ya no se les puede pedir más"

Las familias del San Vicente, una semana después del derrumbe: "A estos niños ya no se les puede pedir más" C. Basteiro

Porque, dicen las familias, el personal docente es irremplazable: “Están volcados, son más familia que profesores... Es una maravilla lo bien que funciona este colegio”, apunta Jacinta Rodríguez, abuela de cuatro alumnos. Diego Arribas, uno de los docentes, mira hacia arriba: “No queremos ni imaginar lo que hubiera podido pasar si esto hubiera ocurrido el lunes de la vuelta a clase, después de las vacaciones de Navidad. Lo peor de todo son las dos vidas que se perdieron, eso es irremplazable”.

“Decir que el claustro está conmocionado, es poco. Tengo el alma encogida”, apunta la docente Paula Gutiérrez. Además de profesora, es madre de dos alumnos: “Para mí el ‘Sanvi’ es mi casa”, afirma.

Ejemplo de unión, también en las malas. Algunas familias se han ofrecido para cuidar a los niños cuyos padres no puedan conciliar. Un padre está haciendo carteles, en su imprenta, para la celebración de nuevos encuentros. Y otro ha ofrecido ordenadores reacondicionados de su empresa paras que nadie se quede sin clase. “¿Ves?, así es el ‘Sanvi’”, dice Paula Gutiérrez. Y, no lo puede evitar, se le humedecen los ojos: “Ni una sola familia se ha pensado dejar el colegio”.

El centro organiza actividades para la socialización

Buenas ideas en tiempos difíciles. El colegio San Vicente de Paúl no renuncia a que el alumnado socialice, a pesar de la implantación provisional de clases telemáticas tras el trágico derrumbe que se saldó con dos obreros fallecidos. Es por eso que el centro inicia hoy un programa de actividades para el alumnado. Está previsto que los más pequeños salgan esta mañana a realizar actividades en el entorno de la playa. A lo largo de los próximos días, lo harán otros cursos. Además, explicaron ayer docentes del centro, “el Acuario de Gijón nos ha dado entradas para el colegio”. El alumnado del primer ciclo de Primaria serán los primeros en visitarlo.

Compartir el artículo

stats