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Jessica González Ardura Neuróloga de Cabueñes, dio ayer una charla sobre el párkinson

“Es frecuente que enfermos de párkinson muestren apatía y hagan compras compulsivas”

“Los pacientes aún vienen a consulta muertos de miedo, pero a día de hoy su evolución suele ser buena durante muchos años; falta concienciar”

Jessica González Ardura, ayer, en el centro municipal de El Coto, antes de su conferencia. MARCOS LEON

La neuróloga Jessica González Ardura (Candás, 1983), es neuróloga en Cabueñes y lleva años dedicada a la atención de pacientes con trastornos del movimiento. Y ayer, en el marco del programa de actividades de la Asociación Párkinson Jovellanos, impartió en el centro municipal de El Coto una charla sobre los síntomas no motores de la enfermedad, mucho menos conocidos pero “relativamente frecuentes”, y que pueden provocar desde una depresión hasta un trastorno de compras compulsivas.

–El párkinson, en el imaginario colectivo, se sigue identificado con los temblores.

–Sí. La propia enfermedad del párkinson se tiene que diagnosticar según varios criterios. El paciente debe tener obligatoriamente bradicinesia, que es la lentitud y la disminución de amplitud de movimientos repetidos, generalmente en las manos, y también debe llevar asociado un temblor y una rigidez que suele empeorar al realizar ciertos movimientos. Los síntomas motores suelen ser asimétricos, de hecho suelen empezar en solo un lado del cuerpo.

–¿Y los síntomas no motores?

–Han ido cobrando relevancia en los últimos años, principalmente, porque el avance de los conocimientos y los fármacos hacen que seamos más capaces de controlar los síntomas motores. Los neurólogos antiguos tenían una máxima: el paciente de párkinson nunca está bien. Y probablemente se debía a no prestarle atención a estos problemas no motores.

–¿Cuáles son los problemas no motores más frecuentes?

–Están los psiquiátricos, fundamentalmente son depresión, ansiedad y apatía. También pueden surgir trastornos de la conducta, sobre todo asociados a ciertos fármacos pero también a la propia enfermedad, y suelen ser hipersexualidad, compras compulsivas, acumulación de materiales. Es importante que la familia y el paciente sea consciente de esta posibilidad, porque es relativamente frecuente, sobre todo en varones jóvenes que llevan años de evolución de la enfermedad. Los hombres suelen presentar más problemas de hipersexualidad y las mujeres, de compras compulsivas. Luego hay otros problemas, como los gastrointestinales, y también insomnio, hipersomnia diurna, algunas alteraciones dermatológicas, fatiga, hiposmia (pérdida de olfato).

–¿La parte psiquiátrica se asocia también a efectos adversos de los fármacos?

–No, se relaciona con la propia enfermedad, que provoca afectaciones en determinadas estructuras cerebrales que no son bien conocidas, pero sí se sabe que muchas veces este tipo de trastornos están presentes antes de dar con el diagnóstico de párkinson, forman parte de la enfermedad. Y también puede surgir después, que el diagnóstico provoque problemas depresivos.

–¿Los problemas no relacionados con el movimiento aparecen antes que los temblores?

–Sí, se llaman síntomas prodrómicos. Y son fundamentalmente tres: trastorno de la fase del sueño REM, hiposmia y estreñimiento. Y también se mete aquí la depresión, pero es más difícil de cribar porque está muy presente en la sociedad. El trastorno del sueño en la fase REM es una afectación en la fase final del sueño por la que los pacientes chillan, se mueven, se pelean contra su sueño. Hay muchos estudios de esto, se calcula que hasta el 75% de personas con esta afectación acaban desarrollando párkinson.

–¿Conocer mejor estos síntomas no motores ayudarán a detectar precozmente la enfermedad?

–Sí, de hecho ahora gran parte de los esfuerzo en investigación y ensayos clínicos buscan tratar de determinar, de diferenciar, a los pacientes son esos síntomas prodrómicos del resto. Volviendo al ejemplo del trastorno de la fase REM, un 75% de los afectados van a desarrollar párkinson, pero los demás no. Pero día de hoy aún no se puede diagnosticar a un enfermo de párkinson si no presenta síntomas motores. Confío en que se logre en unos años.

–¿Aún hay estigma?

–Por supuesto, aún hay un porcentaje muy alto de pacientes que intenta no decirle a nadie su enfermedad, ni a sus hijos, y a nivel social y laboral sigue siendo estigmatizante, sobre todo, si al afectado se le diagnostica joven. La sociedad aún tiene pendiente entender cómo funciona, hay que concienciar. La gente sigue viniendo a la consulta muerta de miedo, piensa que en tres años estará muerta o en una silla de ruedas, pero eso no es lo que nosotros vemos. La mayoría de casos son pacientes con buena evolución y buena calidad de vida durante mucho tiempo.

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