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Expertos en salud mental, ante el auge de suicidios: “Urge normalizar el pedir ayuda”

Los sanitarios atienden más casos de estrés crónico y ponen el foco en los jóvenes: “Muchos parecen irritados, pero es porque están tristes”

Intervención de policías y sanitarios, el pasado miércoles, en un intento de suicidio en el Cerro. | Juan Plaza

Sanitarios de la ciudad reconocen estar notando un repunte en las intervenciones relacionadas con la salud mental en las últimas semanas, y se muestran especialmente preocupados por lo que sienten que es un aumento reciente en suicidios consumados y tentativas. Los expertos, pese a que recuerdan que las estadísticas por este tipo de muertes siguen “estables” –aunque muy altas– y que el aparente repunte en Gijón no indica por ahora ningún tipo de tendencia alcista, vuelvan a insistir en la necesidad de “normalizar el pedir ayuda” ante el malestar emocional de la misma manera que se recurre al médico ante una lesión física. Los centros de salud pueden canalizar este tipo de consultas en primera instancia y ahora el Ministerio de Sanidad acaba de habilitar el 024, la línea telefónica de asistencia para personas con tendencias suicidas. En Asturias también hay voluntarios del Teléfono de la Esperanza, que funciona también las 24 horas, llamando al 985 22 55 40.

Carlos Veiga, psicólogo clínico de atención primaria en Gijón, nota una cierto “cansancio emocional” que él achaca a los dos últimos años de incertidumbre. “No percibo un agravamiento de la situación pero sí una fatiga de materiales. Es el término que uso con los pacientes porque lo entienden mejor. Son situaciones de estrés crónico y prolongado porque no hemos tenido tiempo a parar y pensar cómo estamos. Han ido pasando cosas, una detrás de otra”, explica. Esta fatiga se puede presentar de muchas maneras: “La gente puede estar cansada, irritable, insomne, llorar sin saber por qué. Y no entienden qué les pasa porque puede que no les haya sucedido nada grave recientemente que justifique ese malestar”. Y lanza una advertencia especial para los más jóvenes, que a su juicio, “han pagado una factura muy cara” por el covid-19 al ver frustrada su socialización, clave para su evolución como personas, en estos últimos dos años: “Por eso ellos pueden estar más cansados, contestar peor a sus padres. Casi siempre no es que se hayan vuelto chicos malos, es que están tristes”. El psicólogo y psicoanalista Francisco Estévez completa: “Los jóvenes han sido los más castigados de la pandemia. Nos les dejamos socializar y hasta les responsabilizamos de los contagios. Han perdido por completo los dos últimos años”.

Julio Bobes, jefe del servicio de Psiquiatría del área sanitaria IV de Oviedo y uno de los mayores expertos en suicidio de la región, explica que los registros de datos de este tipo de conductas dificultan sacar conclusiones, pero pide por ahora huir de grandes alarmismos. “La tasa de suicidio sigue igual, con once personas al mes. Y, en tentativas, no está claro. No es lo mismo querer morirse que desearlo ni desearlo es lo mismo que intentarlo, pero los casos no se recogen por separado”, señala. La recomendación para todos, sin embargo, es la misma. “Ante la situación de empezar a plantearse de cualquier manera acabar con la vida propia hay que acudir al centro de salud”, señala el psiquiatra, que también ve “limitaciones” en otro aspecto que él considera “clave”: el seguimiento de familiares y allegados a las víctimas y supervivientes.

Asturias cuenta con su propia asociación de apoyo para estas familias, Abrazos Verdes, presidida por Alba López, que explica: “No hemos notado un repunte de llamadas, la gente nueva entra por goteo, pero las personas suelen esperar unas semanas o incluso unos meses antes de llamar. Y muchos aún no nos conocen”, valora. Esta agrupación ultima los trámites para volver a lanzar sesiones terapéuticas en grupo. Se les puede localizar con un correo a apsabrazosverdes@gmail.com.

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