Retumbaba ayer “En el pozu María Luisa” por la megafonía del colegio Asturias cuando los alumnos salían al patio. Los pequeños se colocaban formando un gigantesco rectángulo alrededor de un camión amarillo. La expectación y el ruido de la hora del recreo irrumpían en medio del calor hasta que José Antonio Huerta, miembro de la Brigada Central de Salvamento Minero, tomó un megáfono y se puso a hablar. Necesitaban él y otros tres compañeros, que ayer acudieron al centro del Polígono a explicar su día a día, silencio para concentrarse. Estaban a punto de llevar a cabo su rescate en altura más didáctico. Querían elevar con una tirolina a la directora, Loli Fernández, postrada en una camilla, hasta un tercer piso para luego bajarla sana y salva. Pan comido para ellos. “Son héroes”, aplaudían los chavales.

Antes del simulacro, la Brigada de Salvamento protagonizó una interesante charla con los estudiantes para explicarles cómo es un día normal para ellos. O sea, para desgranar cómo se juegan el pellejo en épicas operaciones. “El recibimiento ha sido espectacular”, decía Alejandro Eguidazu, director técnico de la unidad. “Estuvimos en Totalán –en el rescate del niño Julen de un pozo– y ahora estamos más centrados en dar formación a los Tedax de la Policía y de la Guardia Civil”, detallaba.

La Brigada minera, por los aires en el colegio Asturias

La Brigada minera, por los aires en el colegio Asturias Pablo Palomo

Volviendo al simulacro, las palabras de Huerta tuvieron su efecto. Ya no sonaba Víctor Manuel, pero la expectación se mantenía. Todo el mundo se fijaba en la camilla en la que estaba tumbada Loli Fernández. La operación comenzó asegurando con bridas el cuerpo. Tan sujeta estaba la mujer que hasta la pusieron boca abajo y no se movía. Previsora ella, se había quitado las gafas. Iván García, uno de los miembros de la unidad, subió entonces agarrado a la camilla hasta el segundo piso de un bloque de tres alturas, la cornisa trasera del bloque principal del colegio. De pronto, comenzó a ronronear el camión amarillo de la Brigada, la tirolina se tensó y directora y el rescatador se elevaron hacia el cielo.

De espaldas, Iván García, junto a la directora, Loli Fernández, a diez metros de altura, ayer, en el simulacro que protagonizó la Brigada Central de Salvamento Minero en el colegio Asturias. | IRENE SIRGO

Los pequeños se llevaron entonces las manos a la frente a modo de visera para poder mirar hacia el segundo piso. Una vez llegaron arriba, la camilla se puso prácticamente en vertical, antes de bajar al camión. Todo controlado, aunque a la docente todavía le quedaban emociones fuertes porque la volverían a subir, esta vez ya completamente sola. El segundo rescate es cuestión de segundos y cuando Fernández toca de nuevo suelo, el colegio Asturias explota en aplausos.

“Desde arriba solo veía el cielo, pero son los mejores del mundo, así que me puse en sus manos”, bromeaba Fernández, tras el final de la actividad, que dio paso a otras en las que participaron también varios alumnos. “Al final, esto no es como estar en peligro, en una situación de riesgo real sería diferente”, remataba la docente. “Nunca vi nada igual, me ha parecido espectacular”, decía Sergio García, un alumno tras comprobar el valor de estos héroes con acento asturiano.