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La zona oeste: La encrucijada de un territorio

Los vecinos viven entre los anuncios de nuevos proyectos para la zona y la desesperanza de ver incumplidos los prometidos desde hace décadas

Edificaciones de la zona oeste, con la zona industrial al fondo. | Marcos León

La realidad no tiene vuelta de hoja. El recién presentado nuevo mapa del ruido de Gijón le da a la avenida Príncipe de Asturias el dudoso honor de ser la vía urbana más ruidosa de Gijón. Un “regalo” extra para los vecinos de la que sigue siendo la gran carretera de acceso a la zona industrial y portuaria de Gijón a la espera del vial de Jove y cuya carga de tráfico, sobre todo pesado, genera tantos problemas de contaminación acústica como atmosférica. Ante este presente que se vive en el día a día pocas satisfacciones parecen encontrar los residentes en ver que Príncipe de Asturias es también uno de los ejes que conforman ese nuevo modelo de ciudad verde pensada para el peatón que se denominada ecomanzana. Y que Gijón va a estrenar en La Calzada gracias a los millones de fondos europeos conseguidos para reconversión del barrio en una zona de bajas emisiones. También la primera de Gijón. Y de Asturias.

Príncipe de Asturias ejemplifica esa encrucijada que se vive en toda la zona oeste de Gijón. Un territorio lleno de proyectos de futuro pero donde la mochila de los compromisos incumplidos del pasado pesa demasiado. Tanto que cientos de vecinos se adelantaron veinticuatro horas a la hoguera de San Xuan para iluminar sus quejas en una doble manifestación que desde Jove y Fátima confluyó en el paseo del Arbeyal tras unas pancartas donde podía leerse “Respeto para la zona oeste”.

Proyectos de futuro para La Calzada, El Natahoyo, Moreda, Jove y Tremañes –que son los barrios que conforman el oficial distrito oeste y que reúnen a alrededor de 50.000 habitantes– los hay de todo tipo y en todo tipo de planes estratégicos. El problema es que muchos de ellos solo son viables si antes se ejecuta el vial de Jove y el plan de vías. Dos proyectos que acumulan décadas de anuncios, retrasos y reformulaciones y cuya complejidad hace que vayan a sumar algunos años más por mucho que se hable de licitaciones inminentes.

Sin el vial de Jove los camiones que van al Puerto seguirán cruzando Cuatro Caminos y no se podrá “descarreterizar” la avenida Príncipe de Asturias para convertirla en ese anunciado bulevar tranquilo que permita una conexión peatonal entre La Calzada y los barrios del sur de la ciudad.

Sin completar las piezas del puzzle del plan de vías, ahora con la estación intermodal de vuelta en Moreda, la herida ferroviaria que se suturó en el centro con un “solarón” que por lo menos permite pasear y sacar al perro a los vecinos sigue al oeste sin más avances que un paso peatonal y ciclista entre la plaza del Padre Máximo González y la entrada de la estación provisional de Sanz Crespo. Del plan de vías dependen la ampliación del parque de Moreda, el desdoblamiento de la avenida de José Manuel Palacio (antigua Juan Carlos I) y la urbanización de espacios desde El Humedal a la calle Bertolt Brecht, que conecta La Calzada y Tremañes.

Otro dolor que tiene clavada en la alma la zona oeste de Gijón es la contaminación. Desde 2021 esta parte del territorio asturiano tiene un plan de mejora de la calidad del aire con acciones a cometer en dos año para bajar los niveles de polución y un protocolo específico de actuación en caso de episodios de contaminación. Algo que no tiene casi ningún otro barrio o distrito de una ciudad asturiana y que demuestra que el problema existe. De hecho, el protocolo se activó por primera vez a mediados de enero de este año y, con menor intensidad, volvió a estar operativo en un par de ocasiones más. Pero para los vecinos del entorno –los mismo que tanto lucharon para que la estación medidora del Lauredal pasara de móvil a fija e incorporada a la red oficial– cortar el paso a los camiones algunas horas no es más que un parche. Exigen, y las exigen ya, medidas contundentes que controlen las emisiones que generan las instalaciones portuarias e industriales de la zona. Allí es donde ven el problema.

También hay otros problemas de menor envergadura pero que han ayudado a que se desbordara el vaso de la paciencia. Cierto que de la zona oeste sale la primera línea exprés de Emtusa y que La Calzada ya tiene un carril bus operativo pero también que la gran cantidad de usuarios hace que se reclamen mejoras en la frecuencia. Cierto que en la playa del Arbeyal ya está operativo el pozo de tormentas pero cierto también que los vecinos de la avenida de Brasil siguen sin tenerlas todas consigo cuando llueve con fuerza. Cierto que para la zona oeste hay previsión de construir un complejo deportivo nuevo, reconvertir Vicasa en un albergue de peregrinos, facilitar un aparcamiento subterráneo bajo la plaza del médico Félix Prieto e impulsar entornos escolares seguros pero también que los vecinos piden asfaltado de calles, más limpieza de zonas verdes, mejorar la iluminación de algunas calles o mayor presencia policial en puntos marcados por la inseguridad. Solución a esas necesidades ordinarias y extraordinarias es la que los manifestantes en el Arbeyal quieren en un plan integral de inversiones para la zona oeste. Y ya.

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