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Llanto por una niña "alegre, inquieta, inteligente y fabulosa"

La pequeña fue alumna del colegio Claret en Segovia y hacía primero de Primaria en el Codema: "Estamos rotos por el dolor"

Eugenio García, junto a su hija, en una imagen cedida por la familia. | Reproducción de Juan Plaza

La niña presuntamente asesinada por su madre este domingo en un piso de la avenida de Gaspar García Laviana, de iniciales O. G., hubiese cumplido siete años en marzo. Su vida fue muy corta, pero se ganó el corazón de todos sus seres queridos. "Era una niña alegre, inquieta y muy inteligente. Era fabulosa", describieron los allegados de la pequeña, que nació en Segovia y empezó a estudiar en el colegio Claret de la ciudad castellana.

La menor llegó a Gijón junto a su madre el curso pasado, que la matriculó algunos meses, antes de volver a Segovia, en el Corazón de María. Este año hacía desde septiembre primero de Primaria. El dolor en el colegio claretiano es enorme. El jueves, cuando vuelvan las clases, los alumnos de menos edad y los tutores recibirán acompañamiento psicológico para afrontar el duro trago. Se prepara también algún homenaje tanto en el colegio de Segovia como en el de Gijón. El mazazo fue enorme, además, en Torrecaballeros, el pueblo de la familia paterna de O. G. La localidad, de menos de 1.500 vecinos, guardará hoy cinco minutos de silencio. "Lo que ha pasado es injustificable", calificó el alcalde, Rubén García.

"Lo que ha pasado es injustificable", dice el alcalde de Torrecaballeros, la localidad de la familia paterna

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La primera descripción de la pequeña la realizó su padre, Eugenio García, ya en Gijón, en compañía de María, su actual pareja, y de un amigo, a las puertas del número 71 de Gaspar García Laviana. Llegó en un coche todo terreno que aparcó apenas un momento en unas plazas destinadas para recargar vehículos eléctricos. Caminó hasta el portal y se apoyó en la verja de color marrón que hay a la entrada del bloque de cinco plantas, mientras su pareja le pasaba la mano por la espalda. Eugenio García se santiguó mientras aguantó como pudo el llanto. Sacó su teléfono móvil para enseñar una foto en la que se sale él junto a su pequeña en un paraje natural. Ambos sonríen. Después, se acercó al maletero de su coche, lo abrió y sacó de una mochila un peluche blanco de su hija. Distribuyó algunas imágenes impresas en folios a los medios. En todas ellas aparecen padre e hija, felices y abrazados, menos en una, que es solo de la pequeña. "A ella le habría encantado", dijo por la afabilidad de su hija. "Le vamos a hacer un homenaje en el Claret y en el Codema. Estaba provisional aquí, porque tendría que haber vuelto a casa", desveló, antes de marchar a la comisaría de El Natahoyo.

La niña era alumna del colegio Claret en Segovia, a unos diez minutos a pie del Acueducto. Llegó a Gijón con su madre el año pasado y la matricularon en el Corazón de María en tercero de Infantil. Ambos colegios concertados son de la misma congregación: los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, popularmente conocidos como los Claretianos. La etapa de Infantil en el Codema se imparte en la sede de Contrueces, pero en ese lugar la niña solo estuvo algunos meses porque volvió a Segovia, donde acabó el pasado curso. Este año la volvieron a matricular en el Corazón de María en septiembre para empezar la Primaria en el edificio de General Suárez Valdés. El colegio, como con otros casos de alumnos, estaba al tanto de la compleja situación familiar. El homenaje se hará en consonancia con el impacto de los pequeños. "Es algo inconcebible", expresaron desde el centro.

Torrecaballeros es el pueblo en el que pasaba la pequeña sus veranos y otras fiestas. Está ubicado a unos catorce kilómetros de Segovia. De ahí son sus abuelos paternos, su tía y su padre, al que apodan como "Geñete". Ayer, tras conocer el suceso, cancelaron una fiesta de Halloween para los niños y hoy habrá cinco minutos de silencio en memoria de la niña al que se espera acudan todos los vecinos. "Aquí nos conocemos todos. Estaremos con la familia. Es algo muy difícil de asimilar", finaliza Rubén García, el alcalde, periodista de profesión, mientras se le corta la voz por el llanto.

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