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Ana Valero Heredia Profesora de Derecho, presenta hoy su nuevo libro en el Museo Barjola

"El derecho a ofenderse no existe, pero bajo su paraguas lo sexual aún molesta"

"Muchos menores acceden a vídeos porno antes de tener ningún tipo de experiencia e imitan lo que ven; las agresiones se han disparado"

Ana Valero

Ana Valero, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Castilla La Mancha, presenta hoy a las 19.00 horas en el Museo Barjola "La libertad de la pornografía", un ensayo en el que repasa los choques de este género audiovisual con conceptos como la libertad expresión y la expresión artística. Defiende la importancia de impartir educación sexual en las aulas y considera "ingenuo" la idea de que prohibir el porno acabaría con un género que se consume en masa en internet.

–¿Qué le llevó a escribir sobre la pornografía?

–Por mi trabajo he estado en muchos debates sobre libertad de expresión y sus límites. Y, bueno, también soy mujer, y por mi interés he estudiado bastante los derechos de igualdad. La pornografía tiene que ver con la expresión artística y también con los cimientos de la libertad de expresión. En el libro, me planteo preguntas como qué es la pornografía, si debe ser prohibida o si debe someterse a restricciones legales. Y también si su producción causa un daño real a las mujeres.

–En el prólogo se cuenta que existe una pornografía "mainstream" y otra más respetuoso con la mujer.

–El prólogo lo escribe Erika Lust, una de las productoras del cine pornográfico alternativo, como ella dice, o porno ético, como también se suele decir. En el porno "mainstream" no se reconocen muchas veces ni los derechos laborales ni las dotes artísticas, y sus relatos perpetúan las desigualdades. Pero hay un porno contrario cuyo acceso a contenidos suele ser de pago por que se hace con un trabajo remunerado en condiciones dignas. En estos otros contenidos se respeta el derecho de las mujeres, su placer también está presente, y se incluyen nuevas identidades sexuales.

–El ensayo habla también del concepto de la obscenidad y de cómo su interpretación ha ido cambiando. ¿Nos indignamos más fácilmente ahora?

–La propia portada del libro, una versión pornográfica de "El origen del mundo", se censuró en redes. De Facebook y de Instagram me lo esperaba, pero me pasó también en Twitter, creo, por la denuncia de algún usuario. El mal llamado derecho a sentirse ofendido sigue presente, pero no es un derecho. Bajo el paraguas de la ofensa, lo sexual sigue resultando molesto.

–El propio feminismo no se acaba de poner de acuerdo.

–Sí, en un capítulo del libro trato el tema. En Estados Unidos este tema se empezó a tratar en los años 70, en las llamadas guerras del sexo, y en España el debate se está produciendo ahora. Están las abolicionistas y las "prosex". Las primeras dicen que la teoría es el porno y la práctica, la violación. La segundas, que si el porno mayoritario es machista, que lo es, la solución no es prohibirlo, sino hacer un porno distinto.

–En el libro también habla de las edades de inicio de consumo.

–La edad media se supone que es a los 12 años, pero hay estudios recientes que hablan ya de los ocho o nueve. Se intentó reforzar los sistemas de límites de acceso a menores de edad, pero en internet es como ponerle vallas al campo. Yo en el libro planteo la necesidad de introducir una materia de educación afectivo-sexual de carácter obligatorio, aunque ya sabemos cómo se pone la derecha cuando se proponen este tipo de cosas... El problema es que muchos menores acceden a estos contenidos antes de tener ningún tipo de experiencia sexual propia, así que imitan aquello que ven. En los últimos cinco años, las agresiones de menores a menores se han disparado.

–¿Es utópico abogar por el abolicionismo?

–Pensar que por prohibir el porno va a dejar de existir es, como poco, ingenuo.

–La presentación en Gijón la hará con Nacho Vegas.

–¡Sí! Fue una sorpresa saber que iba a presentarme. Por mi buena relación con gente de Derecho Constitucional de Oviedo vendrá también María Valvidares, pero pensé que estaría bien tener a alguien del mundo del arte. Le mandé el libro a Nacho y aceptó. Soy muy fan de él desde hace muchos años.

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