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Crítica / Música

El mago de las mezclas

Ara Malikian ofrece una nueva muestra de cómo romper las barreras entre lo clásico y lo moderno

Cualquier espectáculo del violinista Ara Malikian siempre resulta mágico. Es difícil contar en pocas palabras todas las sensaciones que provoca el virtuoso libanés, capaz de entremezclar en un mismo concierto obras de compositores tan dispares y alejados en el tiempo como Vivaldi, Paganini, Mozart, David Bowie o Led Zeppelin, junto con composiciones propias de sonoridades mixtas entre oriente y occidente. Su forma de entender la música, destruyendo las barreras que separan lo "clásico" de lo "moderno", es tan escasa como necesaria y su manera de fundir escalas y sonidos de oriente con lo propio de occidente también resulta bastante singular.

Esta capacidad de mezclar estilos y sonidos queda patente desde el primer tema, con tres fragmentos que, a priori, nada tienen que ver entre sí: "Voodoo Child" de Jimi Hendrix, "Requiem" de Mozart y una composición propia de sonoridades que evocan a Rimsky-Korsakov y Penderecki. Acompañado por una banda de siete músicos de altísimo nivel, levantó la primera ovación de un público de lo más variopinto. Malikian agradece y piropea reiteradamente a los asistentes al concierto ofrecido en el Palacio de Deportes de Gijón y comienza a narrar parte de "La increíble historia de violín", su último álbum de composiciones propias. Su capacidad de comunicación y su simpatía le bastarían para ganarse la vida como humorista. Cada tema iba precedido una historia inventada que arrancaba la gran carcajada del público y los entusiastas aplausos después de la interpretación. Fue el caso, entre otros, del vertiginoso tema "Con mucha nata", dedicado a "Alfredo Ravioli", el supuesto luthier que le hizo su violín y luego se fue a vivir a Transilvania para cultivar rosas y fresas. Divertida fue la anécdota de su etapa de los años ochenta cuando tocaba en cabarets "como un pringao" y el público le pedía que tocara "Pajaritos por allí". De esta inspiración creó el tema "Broken Eggs, el comodín número 8" que comienza con un fuerte ritmo y se transforma sutilmente en una melodía de lo más sensual. Las risas del público alcanzaron su clímax con la historia "La danza del Percebe", la cual supo contextualizar en Asturias, por las batallas que contó con los percebes "de origen extraterrestre" y por la sonoridad celta, con la cuerda grave emulando al roncón de la gaita.

Sensacionales fueron las versiones, por parte de toda la banda, de "Kashmir" de Led Zeppelin y "Pulp Fiction" de Tarantino, sin dejar de mencionar la magistral interpretación de "Campanella" de Paganini, su ídolo.

Dos horas y medio de concierto que desataron grandes carcajadas y emociones de todo tipo. Pero Malikian, además de gran humorista, también tuvo su momento para ponerse serio y recordar a los millones de refugiados que hay en el mundo y deseó que "ojalá tuvieran un violín para salvar su vida", como lo hizo su abuelo tras sobrevivir a la guerra de Armenia. En homenaje a los refugiados compuso un tema con el que consigue expresar la inquietud y la angustia que viven día a día. Un gran tema que forma parte de un concierto que desde el principio hasta el fin resulta ser una gran obra de arte.

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