Como siempre, el día 1 de enero me prometo seguir unas normas que pueden ser parecidas a las de antes o un poco rompedoras. Ya he aprendido que no puedo comprometerme a cambiar a mi edad, sólo a hacer unas pequeños diferencias. Intentar mantener la calma y no levantar la voz con tanta fuerza. Tomar las cosas como vienen, relajarme, aceptar que los demás no piensen como yo. Pero ya el primer día pegué unos cuantos berridos, me enfadé y dije alguna cosa que no quería decir.

En la Nochevieja quiero a todo el mundo, mi corazón se reblandece y quisiera abrazar a todos y cada uno. Dar cobijo a todos los que lo necesitan. Me salieron unas lagrimitas hablando con Tito y mis nietos desde Ohio. Envié amor y paz a toda la Cristiandad. Intenté entender a los seres humanos, pero hoy ya ví unos documentales y vuelvo a no entender nad.,

Empecé con uno sobre Corea del Norte y el dominio y la tiranía de la familia Kim durante años. Es tan incomprensible ver el poder tan absoluto que ejercen sobre su pueblo, todos agachándose en su presencia, vitoreándoles sin parar, llorando cuando les ven pasar. En el fondo, todos los súbditos aterrorizados con lágrimas de cocodrilo. Da asco y pena. el actual presidente, Kim Jong-Un, llega más allá que su padre y su abuelo en cuanto a crueldad, cargándose a quién le molesta sin mover una pestaña. Lo mismo le da que sean familia que no: empieza con su tío, sigue con su hermanastro, con su novia. Estudia en Berna y en la Universidad Militar Kim Jong II. No parecía ser un buen candidato a gobernar y era el tercero en derecho a la sucesión, pero su padre Kim Jong-Il le designa como su sucesor en 2009.

Cuando su padre murió fue confirmado como Líder Supremo de la nación. Y después de mandar matar a su tío, acusado entre otras cosas de aplaudir con poco entusiasmo, hizo lo mismo con 140 altos mandos del ejército. No hace caso de nada, tiene bombas nucleares y hasta se enfrenta a Estados Unidos. Y semejante personaje tiene que ser alabado, aplaudido y llorado a cada minuto por los pobres coreanos, entre los que hay muchos en la total pobreza. Son cosas que yo nunca entenderé: una situación así y que nadie de su país pueda enfrentarse a él, ni siquiera el resto de naciones.

Luego no se me ocurre ver otro documental sobre Hitler: la construcción del "Nido del Águila", en Baviera, en donde se veía a Borgman y casi todos los poderosos colaboradores de Hitler, los más tiranos y crueles dirigentes. Hitler quería un refugio inexpugnable, así que encargó a Borgman de ello. Este hizo trabajar a los obreros con una crueldad sin límites y encima al Führer no le gustó mucho, fue pocas veces y la aprovechó más Eva Braun con sus amigas y familia. La montaña se perforó para construir un elevador que sube a 124 metros de altura. Luego se veían alguna de aquellas concentraciones en las que Hitler se dirigía a las masas enardecidas. Aquel hombre para mí de aspecto ridículo y voz desagradable hacía chillar a las masas hasta enroquecer, sin importarles nada su crueldad, sus asesinatos, los campos de concentración. Sigo sin entender nada.

Cuando empezaron a hablar de la dacha de Stalin en Sochi, con palmeras traídas de California, de aquel monstruo que fue de los peores asesinos de masas de la historia, decidí olvidarme de todo aquello porque iba a empezar el año con dolor y odio.

Así que vi el concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Christian Thielemann, que sigo todos los años desde que era jovencita y lo veía con mi padre. Todos en casa dormían menos él y yo, por eso yo sigo sola la tradición y siento como si él estuviera a mi lado. Este año fue un poco diferente porque Thielemann cambió algo el repertorio, había más de Edouard Strauss que de Joseff. Hubo una marcha egipcia muy cortita en donde los intérpretes canturreaban y terminó como es habitual con el Danubio Azul y la Marcha Radezsky. El ballet estuvo muy bien aunque para mí bailaron muy poco. Animaba ver esos maravillosos castillos austriacos, la sala con sus lámparas, su precioso artesonado, las flores. Los espectadores, hasta en medio de la orquesta y los japoneses ocupando muchas de las butacas. El concierto me consoló, me hizo volver a la realidad y me hace sentirme joven otra vez.

Me voy a olvidar de esos monstruos, de la impotencia que siento al no poder hacer nada y seguir ayudando en la medida en que puedo, un poquito pero que quizás sirva para algo.

Os deseo un año 2019 en que luchéis por lo que merece la pena y consigáis las mejores cosas que podáis para vosotros y para los demás.