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Pedir y no dar

El pasado viernes, en una reunión regional del Partido Popular, a la que asistí como hago siempre, salvo que me lo impidan motivos profesionales, se aseveraba por el secretario general, con razón, que era en los órganos internos, y no fuera de ellos, donde se deben hablar y ventilar las cuestiones de nuestra organización política. Lo que sucede es que debe ser una norma homogénea, guardada y respetada por todos porque, en caso contrario, y recurro a jerga jurídica, se produce indefensión.

Soy poco dado a airear cuestiones internas de partido, conversaciones mantenidas y réplica al exterior de los asuntos dirimidos en el ámbito de los órganos internos de partido; pero día sí y otro también, leo a unos y otros con variadas argumentaciones que creo merecen puntualizaciones precisas y veraces.

En la junta local del PP de Gijón celebrada el pasado jueves, se me pidió incluir en el orden del día un escrito que me había sido remitido la noche anterior y en el que se pretendía someter a votación unas declaraciones por mí realizadas en días anteriores. A decir del periódico en el que publico este artículo, esas manifestaciones eran “meditadas” y “medidas”. En todo caso, convendrán conmigo que no es adecuado ni pertinente someter a votación, en un sistema libre y democrático como el nuestro, las declaraciones respetuosas hechas por mí a un medio de comunicación, en respuesta a otras publicaciones anteriores en las que se me atacaba política y personalmente.

Desde luego, siempre se pueden pedir aclaraciones y, por supuesto, discrepar u opinar diferente, como yo disiento de otras cuestiones que leo y veo y también de otras actuaciones que no veo. Pero lo que nunca se me ocurriría es pedir someter a votación lo que otros compañeros dicen. No hay que alzar la voz, lo que hay que hacer es asumir las competencias que cada uno debe desempeñar y ofrecer leal colaboración. Si se me piden nombres para presidir comisiones de estudio de diferentes temas, lo importante es que los nombres aparezcan. Y aparecieron: en la mencionada junta local leí una propuesta, como corresponde en mi condición de presidente.

Sin embargo, lo que no podía permitir era que todas las personas propuestas, acreditadas y con una trayectoria profesional y personal importante, obtuviesen el voto contrario. Yo entiendo así preservar al partido y hacerlo respetar ante la sociedad gijonesa y, por esa razón, retiré la propuesta. Pero el trabajo se hizo y la propuesta se presentó.

Pedir y no dar, no es algo que defina mi forma de actuar, pero dentro del pragmatismo al que nos obliga la vida, hacer para deshacer ni lo entiendo ni creo que sea positivo. Pronuncié un discurso, si se me permite decirlo, de amplio y profundo contenido político, pero sobre él no se produjo ni réplica ni debate de ideas. La pregunta que cabe hacerse es: ¿qué se busca?

En el día a día de esta larga pandemia, pocos son los voluntarios que se ofrecen para trabajar y los que lo hacen, aseguro que no lo hacen en público. Dejar a los tres concejales que actúen y tomen la iniciativa en el día a día municipal no solo es bueno, sino que es lo correcto. Los tres perciben una retribución municipal que les permite una adecuada dedicación y cuentan con dos secretarias y dos asesores. Es decir, tienen estructura para la buena y adecuada realización de los trabajos y el seguimiento de las agendas municipales. El grupo tiene, igualmente, una asignación económica para encargar trabajos o dictámenes que redunden en beneficio de nuestra ciudad.

En la ya larga historia del Partido Popular de Asturias y Gijón, muchos problemas han surgido por controles, vetos y obstáculos a iniciativas por parte de personas y órganos que no son competentes para ello. Es lo que sucede cuando se confunde el debate con la imposición y la coordinación con la intromisión o la suplantación.

Si se me llama para participar en una rueda de prensa porque interese mi presencia, allí estaré, pero yo no impondré ni exigiré mi asistencia. Como nadie lo sabe todo, también soy presidente para atender consultas sobre temas que afecten a nuestra ciudad; tengo experiencia como concejal y también como Delegado del Gobierno. En fin, estoy en política para sumar, hacer y, como se dice ahora, “hablar bajito”, que es lo que más aprecian los ciudadanos.

En definitiva, no creo que sea bueno, con la que está cayendo, trasladar a la opinión pública que exclusivamente los “liberados” pueden desempeñar tareas importantes en la política. Creo que aquí cabemos todos, tanto los retribuidos como los que queremos trabajar por nuestra ciudad sin compensación económica alguna. Desde luego, y si me apuran, también opino que sin “nóminas” se es mucho más libre.

Podría explicar muchas más cosas, pero creo que me adentraría en el ámbito de la chabacanería y nunca voy a hacerlo; tal vez sea una debilidad, pero prefiero seguir siendo como siempre fui: un hombre educado.

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