La falta de espacio para los alumnos y profesores de la Facultad de Enfermería de Gijón en el edificio que ocupan junto al Hospital de Cabueñes debido a que estos estudios pasaron de tres a cuatro cursos con el “plan Bolonia” es el mayor obstáculo, pero no el único, de un centro a veces “olvidado” por la Universidad, por la Consejería de Salud y por el Ayuntamiento a cuenta de su condición de adscrito. Esta postergación es inexplicable porque la formación que reciben sus 200 matriculados es tan habilitante como la que tienen los del grado de Oviedo y, en algunas materias, pionera a nivel nacional. Y también es contraproducente porque ni en Asturias ni en el resto de España sobran los profesionales sanitarios cualificados, como ha quedado dramáticamente demostrado en el último año. Fortalecer esta titulación como una más de la ciudad no sólo es una cuestión de justicia sino de necesidad. Más vale prevenir que curar. O que lamentar.
