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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Remodela que algo queda

No hay cesto que valga sin buenos mimbres ni aunque comencemos de nuevo

Se habrá quedado tan pancha la ilustre dama de Carbayonia que, para infelicidad de sus habitantes, manda en esta últimamente desgraciada villa marinera. No es que aparente esperar gran cosa de la reubicación de ciertas competencias delegadas, sino que pretende una cierto desahogo para que le quede algo de tiempo para preparar su candidatura para dentro de dos primaveras. Sí, porque visto que tiene cerradas otras salidas, se ha reforzada en su intención de permanecer en el sillón de la presidencia municipal. Que quiere seguir, vamos. Otra cosa es que el electorado se lo permita y eso ya son otros lópeces más peliagudos. La marcha de Ferrao, al que le complacería ser califa en lugar del califa, con tiempo para enredar en el ámbito de la militancia local, hace que la mujer, a falta de hechos que mostrar, se tenga que poner a enredar a su vez.

No tiene el apoyo incondicional de la FSA ni mucho menos de su primer secretario, sus apoyos por Madrid están fuera de órbita y si encima se le revuelve la directiva política local de su formación, le queda poco tiempo para las cosas del gobierno local. ¿Para qué querrá el poder si luego no encuentra ocasión para ejercerlo? No hay proyectos de engrandecimiento, cambios o progreso ciudadanos: hay simple mantenimiento. Salvo, claro está lo del revolvín alcaldín comunista para coches, aguas y humos que va por libre.

Por cierto, ya se ve cómo en la escala global los principales gobiernos ponen fecha al exterminio de los motores de combustión fósil para sustituirlos por la electricidad o el hidrógeno. Este edil, que tanto presume de apartar los coches de nuestras calles, con su nueva ordenanza de movilidad bajo el brazo, parece no haberse percatado de que sus previsiones se han quedado antiguas y, así, en lugar de prever la instalación, por ejemplo, de acometidas de aprovisionamiento eléctrico por toda la ciudad, pintarrajea cuadraditos por la antigua calzada del Muro a falta de mayor presupuesto, que ni para plantar unos geranios le queda. A ver si las lumbreras encargadas de los proyectos europeos le hacen ver que electrificar la ciudad es una acción de futuro.

Pero olvidémonos por un momento de siniestros y mediocres personajes y volvamos a la soledad de la sujeta que mandante y ordenante: ya tiene claro también que ni estación intermodal tendrá para ofrecer al final de su mandato y que se tendrá que poner al duro aprendizaje de figuras de humo para ver si cuelan ante un electorado, reconozcámoslo, de memoria frágil que hasta con el horror se acostumbra a convivir. Podríamos estar viviendo un renacimiento de la villa, pero no. Es una pena.

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