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Cierra la puerta al salir

No me puedo resistir. Me has dejado sin inspiración. Tienes que ser consciente de que llevo unos cuantos años en los que solo con acordarme de ti ya me salía medio artículo y, dado que una está ya un poco seca de ideas, lo tuyo era un plus. Y vas y anuncias que te vas, que nos dejas. Mi gozo en un pozo.

A ver, mira que me gustaba ese aire de vaquero del Oeste (o sea, yanqui, qué le vamos a hacer) con el que posabas, con tu cartera ministerial y de vice, que es mucho más, a la puertas del palacio de Moncloa. Con lo que disfrutaba viendo cómo el poder hizo que te pasaras de la coleta al moño, pero, eso sí, manteniendo la camisa remangada y ese aire de bohemio que hizo que hace años, aquí el país pensara que de verdad ibas a ser parte de ellos, de los currantes, no de esa casta que demonizaste durante tantos años.

Esa casta de la que a día de hoy eres un miembro distinguido. Qué cosas, ¿eh?… Y es que hijo, todo pasa, y resulta que vas a Vallecas, sí, el barrio del que no te ibas a ir nunca, y crees que arrasas e incluso envías a tus esbirros para que apedreen a los provocadores de Vox porque entraban en tu territorio, y resulta, mira tú, que con piedras y todo, los vallecanos te dan la espalda y votan a la fascista de Ayuso, para tu desesperación.

Y encima, van a darte los mariachis el jarabe democrático y tú te pones triste triste, y dices que eres el chivo expiatorio, y que te deshumanizan. Que digo yo, igual te refires a la canción de la rata de dos patas, que oye, es una ranchera que canta Paquita la del Barrio, palabrita del niño Jesús, y te puedes enfadar porque no es elegante, pero de ahí a deshumanizarte, va a ser que no. Y Pablo, en tu discurso final, vas y nos riñes, que es algo a lo que contigo estamos acostumbrados, y dices que los medios de comunicación son muy muy malos, como bien sabemos por tu intención de callar las bocas disidentes. Pero nada, no te hicieron caso. Y los periodistas libres, en esta democracia en la que tú no crees, siguen opinando lo que les dé la gana. Y claro, no sabes qué hacer. Porque tú, que dimites de todo para arrasar en Madrid, tras la debacle no puedes quedarte en un simple diputado de la Asamblea de Madrid, porque además, claro, la diferencia salarial era importante. Resulta que te quedabas con 3.500€ de la Asamblea, en vez de los 5.300 que vas a percibir ahora por el cargo que desempeñaste. Y hombre, la pela es la pela.

Me dicen, se rumorea, se habla, que ahora me vas de televisivo, y ya te imagino, te sueño, yendo a Supervivientes a llamarlos a todos fascistas y ponerlos a cantar La Internacional puño en alto. Así que nada. Cuidado con las puertas giratorias, no te vayan a dar en la jeta. Y no te olvides: cierra la puerta al salir.

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