La campaña del Ayuntamiento para fomentar las reservas hoteleras con antelación se ha dado de bruces con el radical cambio de hábitos turísticos que ha provocado la pandemia tanto en la población española como en la del resto de Europa. Porque si algo han dejado claro estos meses, más aún entre los propensos a hacer la maleta, es que las previsiones a largo plazo son garantía de fiasco. El fracaso del programa municipal se debe a este pésimo diagnóstico y, consecuentemente, a una mala elección del tratamiento. Pero no tendría que ser causa de depresión para los gestores ni para el sector, sino motivo de reflexión que los lleve a perfeccionar la estrategia de cara al verano en ciernes y, sobre todo, a próximos períodos vacacionales. Ha quedado claro que, por mucho madrugar, no amanece más temprano.
