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Palabra de amigo

Elogio de la buena gente

Servir, dar una mano y perdonar frente a los “trepas”

No es lo mismo ser “un trepa” que ser “buena gente”. Los “trepas” nunca dan una puntada sin hilo. Van a lo suyo, y lo suyo no coincide con el interés general. Su moral es “llegar arriba”, tener éxito, ser ricos y famosos. “La buena gente” son el reverso de la moneda. No les interesa “llegar arriba”. No quieren ser ricos ni “cargos” importantes. Su moral es ser más solidarios con este mundo, sin dejar de ser honrados.

Jesús no pone a los “trepas” en el centro del Evangelio, sino a los niños. Y a los que se hacen como ellos. A toda esa buena gente que son inocentes, sinceros, sin ambiciones. Sin embargo, nosotros colocamos en el centro a los “trepas”. ¡Qué pena que en nuestro mundo quede tan poco sitio para los que no aspiran a triunfar, a llegar arriba, a ser ricos!

La verdad es que el Evangelio de los “trepas”, ese que consiste en “trepar”, está cada vez más difundido. Y esto se puede comprobar fácilmente, en el ejercicio de la profesión, en las oposiciones, en el deporte, y también en nuestra querida Iglesia. Ya no se trata de servir, sino de “triunfar” como sea.

¿Qué le queda a la buena gente en nuestro mundo? La verdad es que muy poco espacio en este mundo, y menos en los periódicos. Y es que el “triunfo” de Cristo y de los cristianos está en ser buena gente. En dar una mano. En servir. En perdonar. Y esto que no lo entiende casi nadie es el meollo del Evangelio.

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