Ha querido la casualidad que la reelección de Sara Menéndez como presidenta de la Unión de Comerciantes coincida en el tiempo con el primer repunte consistente del sector desde que comenzó la pandemia, a la espera de lo que pueda deparar la variante ómicron, que para desgracia general ya está hasta en la sopa, aunque con casi todo el personal vacunado. A que los autónomos saquen la cabeza detrás del mostrador está contribuyendo decisivamente un descenso de los alquileres de los bajos, que ronda el 30 por ciento en la ciudad según los que pagan, porque los propietarios de las “zonas nobles” han aflojado las exigencias. Un cambio en el mercado inmobiliario de primer orden que ni siquiera se produjo tras el crash de 2008 y que debería verse acompañado de políticas incentivadoras para los pequeños negocios en la mesa de concertación social, modelo de negociación ejemplar pese a sus tropiezos y patrimonio intangible desde hace años de todos los gijoneses.
