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Sariego

Nuevas epístolas a “Bilbo”

José Manuel Sariego

Soledad sonora

Una crisis de salud mental

Después de siete años de tenencia, sé que los tumultos te encrespan, los alborotos te encabritan, las muchedumbres te irritan, las broncas te enfurecen. Sé que prefieres la tranquilidad, la calma, el silencio. Sabemos que la soledad de la casa, tu guarida, cuando se impone, no te deprime en absoluto. Y menos si te dejamos el runrún de la tele al aire.

En este tu siglo, el XXI, la soledad se ha convertido en una crisis de salud mental. Hasta en Reino Unido y Japón se han creado departamentos ministeriales para combatir la soledad. El concepto, así expuesto, tiene sus aristas, su intríngulis: deseada o no deseada, estructural o existencial, individual o colectiva, de mayores o de adolescentes, de opulentos o de menesterosos. Sea como fuere, la soledad forzada constituye el castigo más duro, como demuestran las celdas de aislamiento de las cárceles. Dicen los sabios que en 2035 más de 5,7 millones de personas vivirán solas en España. Dicen que fue en el siglo XIX cuando se asentó la idea moderna de soledad, cuando el culto al individuo se adueñó de las estructuras sociales, políticas y económicas. Cuando la industrialización y los nuevos hábitos de vida en las ciudades reemplazaron a las formas tradicionales de estar en el mundo. Cuando la búsqueda de la riqueza y del estatus individual anuló la consideración de la comunidad como espacio dedicado al bien común.

Podrías argüir, como perro que eres, que el aislamiento físico no es peor que vivir con alguien que te aborrezca o, como frecuentemente ocurre en tu especie (y en la mía), con maltratadores. Razón no te faltaría, no. Desde luego, la soledad puede ser terrible vinculada a problemas de salud física y mental. Pero las personas que están solas no siempre se sienten solas. La soledad estructural, esa que una persona padece porque no tiene atención sanitaria y social, es distinta de la soledad existencial, la de aquella que tiene comodidades materiales, pero se siente sola. Para afrontar los problemas de quienes están solos contra su voluntad es necesario distinguir las formas que adopta la soledad. Lo que significa redefinir la soledad como una preocupación social al mismo tiempo que individual. La soledad, en fin, además de una experiencia privada, es producto dañino de las sociedades modernas y ha de abordarse desde ambas perspectivas.

Me da que tu vivencia ocasional de la soledad resulta más placentera que traumática, más próxima a estos versos de San Juan de la Cruz, si no fuese referencia irreverente, disparatada:

“...La noche sosegada / en par de los levantes de la aurora, / la música callada, / la soledad sonora, / la cena que recrea y enamora...”.

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