La Universidad ha metido en el congelador la titulación de Energías Renovables, quizás para siempre, decisión salomónica después de meses mareando la perdiz para desconcierto de propios y extraños. Estos estudios se crearon a instancias de la Escuela de Ingeniería de Minas de Oviedo, fueron rechazados por el resto de centros, el Rectorado pretendía instaurarlos en el campus de Mieres y la Politécnica de Gijón alegó a regañadientes para quedarse con ellos, aunque siempre consideró que son redundantes con otros impartidos en sus instalaciones. Este galimatías propio del ámbito académico, proclive a discutir sobre el sexo de los ángeles, había generado un caldo de cultivo poco recomendable. Y era un atentado al sentido común en la presunta casa de la razón.