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Jaime Torner

Un país anclado en la cultura de las armas

Hace días, los medios informaron sobre la masacre acontecida en Uvalde (Texas, EE UU) perpetrada por un joven de 18 años en la escuela primaria local, donde asesinó a 21 rehenes (19 niños,2 maestras) en 30-60 minutos, ante la presunta ineficacia policial. Proceden diversas consideraciones:

En primer lugar, la segunda enmienda de la Constitución de EE UU, que contempla el derecho a la tenencia ciudadana de armas para defensa personal, fue redactada tras su declaración de independencia; donde, aparte de los13 estados fundacionales, el resto del territorio americano carecía de ley y orden, propio del lejano oeste. Desde entonces, esta enmienda permanece intocable (pero obsoleta) por la incuestionable resistencia del “lobby” político sometido al interés de una poderosa industria armamentista.

En segundo lugar, dicha industria está representada por la Asociación Nacional del Rifle, uno de cuyos protagonistas iniciales fue el gran actor Charlton Heston, siendo actualmente relevado por el expresidente Donald Trump del Partido Republicano, auténtico “nido de halcones” sobre este derecho constitucional. De hecho, tras la tragedia de Uvalde, al estridente Trump se le ocurrió la propuesta de armar a todos los maestros de la enseñanza primaria para poder evitar nuevas masacres.

Simultáneamente, el actual presidente Biden censuró la masacre y exigió plantarse ante la industria armamentista, logrando recientemente un acuerdo de mínimos entre ambos partidos políticos para un mayor control en la venta de armas, ya que Biden carece de la mayoría precisa del Senado para eliminar semejante anacrónica enmienda constitucional.

En tercer lugar, el autor de la masacre fue un adolescente procedente de una familia muy desestructurada, exhibiendo un carácter solitario, violento y conflictivo; forjado entre las burlas de sus compañeros por su tartamudez. Con este precedente y aun considerando la tradicional permisividad en Texas sobre tenencia de armas, cuesta entender cómo alguien pudo vender dos rifles de asalto y abundante munición a dicho individuo; cuando, previamente, había anunciado sus diabólicas intenciones por las redes sociales.

Finalmente, resultan cuestionables las medidas de seguridad del centro docente (donde el asaltante entró por su puerta trasera) o de la actuación policial (al demorar una hora su intervención para abatirlo); argumentando esperar refuerzos de la Patrulla Fronteriza tras registrar un tiroteo inicial, donde resultaron heridos tres agentes; mientras los familiares del alumnado exigían mayor diligencia de su policía local.

En síntesis, en EE UU “llueve sobre mojado” sobre este problema y todo parece indicar que el país seguirá anclado en la cultura de las armas puesto que carece de la suficiente voluntad política para poder eliminar esa enmienda de su Constitución.

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