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Raúl Suevos

Conversaciones a la orilla de Ermua

Domingo glorioso ayer en Gijón, con sol espléndido y un nordestín que apenas refresca. Día para llenar el arenal de San Lorenzo y pasear su orilla como bandadas de flamencos mientras la pleamar nos va arrinconando contra el Muro, con amnistía final concedida por la marea de Luna Nueva. Es lo que toca, a vecinos y forasteros.

Es día de negros recuerdos ya que se cumplieron los 25 años del desalmado asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de los valientes gudaris vascos. Es por ello que el Gobierno ha llevado al Rey a dignificar un acto recordatorio que ha servido para poner en evidencia las contradicciones de la política actual, o mejor, de estos últimos años.

La hermana del sacrificado y el alcalde de entonces, artífice de aquel movimiento de las "manos blancas", han aportado su voz a las principales cabeceras radiofónicas esa mañana de exultante verano; supongo que también en las televisiones; todo ello, junto con los espacios dedicados estos últimos días a recordar aquel horrendo asesinato, definitorio de la catadura moral de esa banda de asesinos y de los que desde el silencio o el aplauso los apoyaban entonces y aún hoy les jalean, hacían pensar que Miguel Ángel Blanco sería el tema de conversación del día. Pero no fue así.

Quizás es que ya son muchos años, o es probable que sólo los que nos vimos afectados directa o indirectamente por el fenómeno terrorista estemos aún pendientes de aquello, en sus distintas facetas, la territorial, la social, la política, la carcelaria... las víctimas. Pero el caso es que, tras disfrutar del baño cantábrico, me empleé a fondo en el cotidiano paseo de la orilla playera, donde es poco menos que imposible, especialmente en días multitudinarios como el de hoy, no escuchar las conversaciones ajenas. Y Ermua no existía.

La gastronomía es lo que preocupa, con especial dedicación a la proteína animal en forma de chuletón, y ausencia llamativa del cachopo, seguramente más apreciado allende el Negrón que aquí mismo, y también con alguna preocupación por el precio del bonito en general y de la ventresca en particular. El peligro de los rayos solares también se trata, y más el Oviedo que no el Sporting ¿Será que nos invaden los carbayones? Mil asuntos más, triviales, pero ni Ermua, ni Ucrania.

Las naciones se renuevan cada día, con los niños que nacen y los mayores que se van, y el tiempo, que dicen todo lo cura, hace que las preocupaciones populares corran por veredas que no son siempre las que políticos y prensa quieren señalarnos. No sé si es bueno o malo.

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