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Pablo Vázquez Otero

Jovino inicia el camino de vuelta

El ilustrado reposa varios días en León para recuperar la salud antes de retomar el recorrido por los pueblos de la provincia con destino a Asturias

Dormía malamente Jovellanos en Villamañán y se acercaba a León antes de reemprender el camino de regreso hasta Gijón para cerrar este impresionante viaje que desarrolló a lo largo de 1791, pero como dije en el capítulo anterior, don Gaspar permanecía en León desde el 18 de noviembre hasta el 26, y poco sabemos de su estancia allí esos días, porque no escribe diario ni escribe correspondencia, solo sabemos de su puño y letra que en una carta dirigida a su amigo, el candasín González de Posada, y fechada el 10 de diciembre del mismo año, le decía lo siguiente: "pues que siempre corren las malas nuevas, que usted no habrá ignorado la indisposición que contraje en Salamanca, por una consecuencia del mucho trabajo, del gran frío y del desabrigo de mi habitación; el mal tiempo y camino que traje hasta León; la detención que hice allí de ocho días para repararme; cómo me buscaron allí Peñalba y su hijo, y cómo pasé con ellos felizmente el puerto, y al fin estoy en ésta desde principios del corriente, muy mejorado, aunque no libre todavía de mi tos, ni fortificada mi cabeza".

Pues queda claro que se paró en León para reponerse y descansar porque su salud se vio maltrecha y antes de pasar Pajares quiso intentar mejorar su estado físico, que no era del todo bueno, como él mismo reseñaba en la misiva.

Mientras que Peñalba sería Baltasar González de Cienfuegos el V conde de Marcel de Peñalba que se casó con Benita Jovellanos, la hermana de nuestro ilustre personaje, aunque el hijo que cita aquí don Gaspar no es del matrimonio con su hermana, sino con otra de sus esposas anteriores.

El caso es que Jovellanos no sale de León hasta la mañana del 26 de noviembre y nos cuenta lo que sigue en este tramo final de su viaje: "Salida de León a las ocho y media de la mañana en el coche de San Marcos, con Peñalba y su hijo. Camino todo guijoso, de muy fácil y barata compostura. La antigua barraca, caída; otra nueva más adelante. Hasta La Hoja mucha sementera de centeno; al lado izquierdo bellísimo valle del Bernesga; a la derecha el del Torío".

Sale de León desde San Marcos, lo que hoy es el Parador Nacional, y su camino discurre, como bien nos indica, entre los cauces de los ríos Bernesga y Torío hasta las inmediaciones de La Robla, donde en el diario ya es escueto en la información y nos indica que llega a: "comer en La Robla; cuatro leguas; despedir a los cocheros de San Marcos con ochenta reales, y al sargento con cuarenta. Camino por Puente de Alba, Peredilla, El Miyar; a la derecha viene un gran río que llaman de la Mediana; por la izquierda otro, que llaman el de Folledo, por un valle estrecho y ameno; ambos se unen con el que viene de Buiza. Pola de Gordón, Beguerinos o Beberinos y Buiza. Aquí noche, en una sala con cuatro camas, no mal reparada, aunque poco limpia. Misa en una capilla privada, que dijo un capellán llamado don Adrián; por la noche, cuando le avisamos y vino, estaba con medios pelos".

El trayecto va más bien a orilla del Bernesga y de lo que hoy es el trazado de la nacional 630, porque pasa después de haber comido en La Robla por Puente de Alba y Peredilla para llegar a Pola de Gordón, y Buiza. Pero aunque no la cita en esta ocasión, pasa por la ermita de nuestra señora del Buen Suceso sita ya cerca de Pola de Gordón, y esta ermita tiene su historia curiosa y que creo merece una pequeña reseña, y es que cuenta la tradición que un pastor y su hijo estaban pescando en el río Bernesga y encontraron una imagen de la Virgen, así que decidieron trasladarla a la iglesia parroquial y así lo hicieron, pero a los pocos días la imagen había desaparecido y fue encontrada en el mismo sitio donde la habían encontrado inicialmente en el río. De nuevo la volvieron a trasladar a otra parroquia y los hechos se volvieron a repetir, así pues, parece ser que todos comprendieron que la Virgen demandaba quedarse en el lugar inicial, cerca del río y decidieron construir una ermita en aquel punto del descubrimiento, así nació la ermita del Buen Suceso, aunque lo que hoy vemos es posterior a la segunda mitad del XVIII justo poco después de este paso de nuestro viajero por estos lares.

El caso es que Jovellanos va directo hasta Buiza a descansar y aunque la posada no era muy limpia, allí pernocta, era sábado 26 de noviembre de 1791.

Asturias estaba cerca, a un paso, y el domingo 27 escribe en su Diario lo que sigue: "Misa a las ocho; salida por La Collada, un cuarto de legua largo de subida y otro de bajada, que remata al salir de Villasempliz; parada aquí hasta las diez; a corto trecho Puente Tuero y el paso: es una montaña primitiva, derrumbada sobre la derecha; a la izquierda está en pie; a la otra tendida; se camina por la derecha del río; subida a Villamanín; a la izquierda queda Ventosilla; tocaban a misa. Lucejo: villa nacida del camino; Camplongo a la derecha; río Busdongo, y luego a la derecha Vegallamos, por donde otro río de gran caudal, que todos paran en el Bernesga; casas de Arbas; lugar y colegiata a la derecha en lo hondo, carretera".

Desde Buiza va a Villasempliz donde habla de Puente Tuero y es un asunto interesante sobre pontonería antigua y digno de mención, ya que incluso Pascual Madoz escribió sobre el puente e indica que: ‘En el pueblo de Villasimpliz le atraviesan dos puentes, uno de un ojo llamado el Tuero construido cuando la carretera general de Asturias y otro de dos levantado también en la misma época, como igualmente el que se encuentra en Gordón’, el puente ya era antiguo y Jovellanos también lo observa, siempre ya con su mente puesta en la carretera de Castilla y en los diferentes lugares de paso.

Vías o carreteras que hundían sus raíces en el mundo romano y que luego se convirtieron también en importantes tramos de rutas jacobeas, aquí hablamos de esos recorridos del camino del Salvador entre la ciudad de León y la ciudad de Oviedo. El puente tal cual lo vio Jovellanos databa de 1628, incluso se conserva documentación de las obras del mismo en el archivo histórico de Oviedo. Tras el proyecto de nuestro protagonista de la carretera de Castilla también sufrió modernizaciones y remodelaciones.

Desde Villamanín a Arbas pasando por Ventosilla, Lucejo o Camplongo y llegando a la mítica colegiata, a la cual cuta sin pararse en demasía porque baja a comer al pueblo de Pajares, pero yo sí que me paro brevemente porque este lugar siempre merece una reseña, y el propio don Gaspar en más de una ocasión lo hace.

La fundación de esta hermosa joya románica se atribuye a un conde leonés llamado Fruela Díaz quien dona en el siglo XII unos terrenos aquí para que canónigos de San Agustín creasen un hospital de peregrinos que pudiera paliar las fatigas y enfermedades de peregrinos ya en aquellos lejanos tiempos. Entre aquellos peregrinos estaban los que desde León se asomaban a Asturias para llegar a Oviedo y venerar las reliquias que en la Sancta Ovetensis se custodian. La obra inicial era muy humilde por eso fue el rey leonés Alfonso XI quien mandó construir esta colegiata tal cual hoy la disfrutamos en torno al año 1216.

Planta basilical de tres naves con austeridad exterior y gran belleza del románico en el interior, en bóvedas, capillas o capiteles. Una parada en la colegiata de Santa María de Arbas siempre es merecida.

Aquel domingo 27 de noviembre tras entrar en Asturias por el puerto de Pajares Jovellanos escribe en su Diario: "Pajares; comida agradable; salida a las tres y cuarto; tarde deliciosísima, como fue la mañana, sin una nube en el cielo". Parece que solo entrar en Asturias despierta los sentimientos de nuestro viajero, pero el tramo final de este viaje lo vemos en el próximo capítulo.

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