La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gran socialista y gran alcaldesa para una gran ciudad

Una mujer íntegra de los pies a la cabeza, con sólidos principios ideológicos, culta, inteligente, trabajadora, leal y buena persona

Siempre he pensado que lo mejor es hablar claro. Odio le tibieza que esconde cobardía o intereses ocultos, debe ser por eso que no puedo soportar a todos los que estuvieron escondidos durante la crisis del PSOE hace cinco años. No me refiero a los que les daba igual uno u otro candidato, porque lo harían suyo al día siguiente sin buscar otro objetivo, sino a esos que miran de reojo, estudiando minuciosamente los movimientos de unos y otros para apoyar al bando ganador, o esos otros que hacen de la equidistancia bandera, a la espera de que el bando vencedor sea tan incauto como para abrirles los brazos cuando haya cesado la sangre. Corchos políticos cuyo fin, su propia subsistencia, siempre justifica los medios.

Expertos en oler la sangre, tiburones que en cuanto detectan esa mínima posibilidad de volver a medrar, aparecen por las Casas del Pueblo después de cuatro años sin pisarlas.

El origen de aquella crisis empezó favoreciendo un nuevo gobierno de Rajoy y terminó en el 40.º Congreso Federal, donde se promovió la idea de que la lucha era cosa del pasado, quedaba inaugurada de nuevo la fraternidad en la familia socialista. Puede que quedara bien para un Congreso, lo malo es que era mentira entonces, y mentira ahora.

Lo que empezó en Gijón como una estricta aplicación de los propios estatutos de los que se dota un partido democrático como el nuestro se ha ido tornando en una especie de lapidación pública en "streaming" de la actual alcaldesa Ana González, un asedio diario con calculados relevos en prensa y medios. Se le ataca por su forma de ser, por su aspecto o por su forma de vestir olvidando que Ana era, actuaba y vestía igual que ahora hace cuatro años y, sin embargo, no solo consiguió el apoyo de los socialistas de Gijón sino de la ciudadanía en las elecciones municipales. Ya es triste que este tipo de descalificaciones vengan de compañeros de partido. La acusan también de no haber entendido la ciudad, y alguno de los que lo dicen, perdieron las elecciones contra la derecha. A simple vista no parecen ser los mejores para dar consejos.

Se les olvida decir lo más importante. Ana González es una mujer íntegra de los pies a la cabeza, con unos sólidos principios ideológicos, culta, inteligente, trabajadora, leal, y sobre todo buena persona. Quizás esto último sea lo más importante que se le pueda pedir a una regidora pública. En eso Ana González va sobrada.

Ana, sin embargo, se ha equivocado en algunas cosas. Se equivocó al confiar en quienes nunca estuvieron alineados con ella, en los que afloraron desde detrás de las cortinas donde estaban escondidos con grandes palabras y proyectos. Se equivocó al integrar a quienes nunca debió integrar, al abrir los brazos a quienes solo esperaban una ocasión para liquidarla. Se equivocó cuando no hizo caso a quien le dijo que mantuviera muy lejos de sí a determinadas personas. Debió confiar solo en quien estuvo a su lado en los malos momentos aunque le enseñaran menos los dientes detrás de sonrisas falsas.

Podéis criticarla por ser generosa, de eso es culpable.

También se equivocó quien le aconsejó aquella integración, queriendo olvidar que las heridas abiertas no eran cosas de personalismos sino de formas distintas de entender el partido. Se equivocaron los que recorrieron las agrupaciones pidiendo listas de integración con el único objetivo de ganarse apoyos para posteriores objetivos. Agrupaciones que se caracterizaron por su claro apoyo a los proyectos de Pedro yAdrián se convirtieron en caricaturas de sí mismas, con listas que solo entendía quien las recomendaba. Un grave error cuyas consecuencias aun no han terminado, al tiempo...

Recuerdo los tiempos en que éramos otros, los que pedíamos primarias y Congreso, y aun antes, pedíamos que se consultase a la militancia sobre favorecer o no un gobierno de la derecha y aun antes, que se abriesen las Casas del Pueblo para debatir los distintos puntos de vista sobre aquella situación.

Muchos compañeros y compañeras fueron sancionados por pedir lo mismo que ahora se pide en Gijón, y la mayoría de los que ahora enarbolan las primarias como el sumun de la democracia interna (que lo son) estuvieron en contra de las mismas y pusieron palos en las ruedas de la renovación que el partido necesitaba.

Los que detrás de la intención de un relevo político en la cabeza de una lista, recurren al insulto y la descalificación no hacen más que calificarse a sí mismos como lo que son, lo que han sido siempre.

Un fuerte abrazo a Ana González, una gran socialista y una gran alcaldesa para una gran ciudad.

Mi apoyo entonces y mi apoyo ahora.

#YoconAna

Compartir el artículo

stats