El contundente apoyo obtenido entre la militancia del PSOE por el grupo de críticos con Ana González para unas primarias encaminadas a la elección de un candidato a la Alcaldía y la posterior renuncia de la regidora a participar en ese proceso han dado un enorme giro al escenario político de Gijón, que entraña riesgos para la gobernabilidad de la ciudad. Unos riesgos que deberán combatir o, como poco, sortear los principales actores de este movimiento. Sobre los hombros de la Alcaldesa recae ahora la responsabilidad de mantener el pulso en el Ayuntamiento durante casi nueve meses, guiándose siempre por el interés general y sin renunciar a ningún camino que redunde en beneficios colectivos. Sus palabras ayer, al anunciar el adiós, son alentadoras porque parecen indicar que irá en esa dirección. Aunque deberá hacerlo con un gobierno dividido (tres concejales socialistas se han mostrado abiertamente a favor de su relevo y otros siete se han mantenido fieles a su persona) y sin caer en la tentación de azuzar el fuego provocado por la crisis interna de su partido. Además, mantiene un pacto de coalición con Izquierda Unida que no está bien visto por la dirección de la Casa del Pueblo y que ha propiciado algunos de los principales traspiés de este mandato, como la sentencia en contra del "cascayu" o la recién emitida sobre el anillo navegable.

Pero no solo la conducta de Ana González, camino de la puerta de salida, estará bajo los focos. Lo estará también, más aún si cabe, la que mantengan en adelante tanto la ejecutiva liderada por Monchu García como el candidato a la Alcaldía que alumbre el proceso de primarias. Los dirigentes locales del PSOE, que acaban de cosechar un notable éxito por el abrumador respaldo de la militancia a propiciar una votación interna, tienen ahora la obligación de gestionar con grandeza esa victoria. Eso pasa básicamente por no entrometerse en la gestión municipal más allá de sus atribuciones para marcar la línea política del gobierno local, de acuerdo a las normas del partido. Y por tratar de cerrar de una vez por todas la profunda herida abierta en su seno, que es fuente de inestabilidad para el Consistorio mientras los socialistas sigan representando a una mayoría social.

Esta tarea en favor de la estabilidad no será fácil porque se avecina un contexto preelectoral. Los gijoneses elegirán a una nueva Corporación el último domingo del mes de mayo y es de suponer que la tensión en la actividad política local irá in crescendo en adelante. Esa tensión afectará, en mayor o menor medida, a todas las formaciones con representación en el salón de plenos, que se verán lógicamente obligadas a elegir a sus candidatos y a la siempre difícil confección de las listas. Pero el PSOE tiene, a día de hoy, la enorme responsabilidad de llevar el timón de la mayor ciudad de Asturias. Sus cuitas pueden llegar a afectar al conjunto de los ciudadanos. Eso es justo lo que deberá evitar.