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Virginia Gil Torrijos

Taza y media de democracia

La presentación de Ana Puerto como aspirante a las primarias del PSOE de Gijón

Decía irónicamente Winston Churchill que "la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás". También fue Churchill quien le advertía a un joven parlamentario de su partido que "nuestros adversarios están enfrente, nuestros enemigos, atrás". Así, durante las últimas semanas hemos asistido a un proceso sorprendente, único a nivel nacional en la interpretación y apelación a la democracia interna de los partidos políticos. La agrupación socialista de Gijón ha forzado un proceso de primarias, con una alcaldesa en el ejercicio del cargo, bajo el argumento de la democracia. A nadie se le escapa que, más allá de que el proceso haya sido formalmente impulsado por militantes sin responsabilidades orgánicas, se trata de un proceso propiciado, dirigido y amparado por la propia ejecutiva local. De hecho, varios miembros destacados de esa ejecutiva publicaron artículos de opinión defendiendo las primarias, con el argumento de abanderar la democracia y ampliar los procesos participativos de los afiliados, cuando en realidad, todo sonaba más bien a moción de censura y a punzante enemistad proveniente desde atrás, como Churchill advertía.

De hecho, una vez conseguidas las firmas, en vez de disponerse a abrir un proceso fomentando la presentación de candidaturas y la participación de la militancia, tal y como se había defendido, la misma ejecutiva se precipitó a evitar precisamente eso, la presentación de varios candidatos y la celebración de unas primarias, y abogó por una lista y un candidato (o candidata) "de consenso". Parece ser que primero se intentó pactando un alcaldable con la ejecutiva socialista asturiana de la FSA, en una operación que pareciera ningunear a los mismos militantes de la agrupación de Gijón al reconocer explícitamente que los candidatos podrían acordarse en otros lugares en torno a una mesa de reuniones. Aunque fracasada esa vía, la ejecutiva gijonesa se reunió en su sede, en la Casa del Pueblo, según ellos mismos declararon a los medios de comunicación, para pactar un único candidato, en un intento de hurtar nuevamente a la militancia las primarias que mayoritariamente acababan de solicitar.

Una no puede evitar preguntarse si la machacona apelación a la democracia interna y a la participación eran en realidad una daga envenenada, más que la búsqueda de un fin tan bueno y tan altruista, en sí mismo.

Pero (¡oh sorpresa!) un nuevo elemento ha entrado en juego, para deleite de los que nos interesa la política. Gijón es una plaza estratégica a nivel nacional y apuesto que será un revulsivo importante para combatir el aletargamiento. Personalmente, me alegra la valentía de la candidata Ana Puerto. Me gusta su sonrisa. Me parece una mujer real, con frescura y llana determinación para enfrentarse a un candidato pactado por el propio estamento ejecutivo que defenestró a Ana González. A veces, no me digan ustedes, la política es divertida. Y, hasta en ocasiones, estas intrigas en el devenir acaban en paradoja y permiten recuperar los principios más aspiracionales ofreciendo, a los que de boquilla pidieron una taza, no una, sino taza y media de democracia.

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