Beirut

Una delegación de alto nivel de la Liga Árabe inició ayer en Beirut una misión de mediación para evitar que los enfrentamientos entre los milicianos de Hezbolá y los partidarios de la coalición gobernante desemboquen en una guerra civil.

La delegación intentará relajar las tensiones entre las dos facciones rivales, que en los últimos días han protagonizado la peor racha de violencia interna desde la guerra civil entre 1975 y 1990. Al menos 81 personas han muerto en la violencia que estalló el pasado 7 de mayo.

«La misión de la Liga Árabe abre la puerta a una solución», consideró una importante fuente política libanesa. «Tiene pasos específicos que alientan la esperanza de un acuerdo», indicó.

Los ministros de Exteriores árabes acordaron el envío de la misión, encabezada por el primer ministro qatarí, Sheikh Hamad bin Jassim bin Jabr al Thani, después de que Hezbolá tomara durante un breve período de tiempo el control de la parte musulmana de Beirut, antes de entregárselo al Ejército, el pasado fin de semana. Desde entonces, tras desplegarse los militares a partir del lunes, reina una tensa calma en Líbano.

El Gobierno libanés estudiaba ayer cancelar las medidas para desmantelar la red de comunicaciones de Hezbolá, que fue el desencadenante de los enfrentamientos en los que la milicia chií logró hacerse el viernes pasado con el control de gran parte de Beirut, imponiéndose sin discusión a las milicias rivales ante la pasividad del Ejército. El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, advirtió la pasada semana de que su grupo se tomaría esas medidas como una declaración de guerra.

Entre tanto, la familia de Preciosa Bouzas, una turista coruñesa de 50 años que llevaba siete días atrapada en Beirut, empezó ayer a «respirar más tranquila» después de que la mujer lograse salir en barco por la tarde hacia Chipre, adonde tenía previsto llegar anoche. No obstante, su hija, Eva Añón, se mostró «indignada» con la actuación del Ministerio de Exteriores.