Pekín, Paloma CABALLERO

La crisis política más grave vivida en China desde la matanza de Tiananmen, en 1989, se confirmó ayer con la destitución de Bo Xilai, de 62 años, carismático y controvertido secretario del PC de Chongqing, que aspiraba a convertirse en el congreso de otoño en uno de los líderes de la próxima década.

Su ambición de llegar al núcleo de dirección del PC chino, y tal vez un día a «número uno», la truncó ayer su cese fulminante como jefe comunista de una municipalidad (entidad territorial directamente dependiente del Gobierno de Pekín) de más de 80.000 kilómetros cuadrados y unos 30 millones de habitantes, apenas 20 horas después de que el primer ministro, Wen Jiabao, pidiera reformas políticas para evitar un «caos político» similar al creado por la Revolución Cultural.

El ayer destituido Bo Xilai pasó cinco años en prisión durante la Revolución Cultural por pertenecer a una familia considerada intelectual y crítica con el sistema. Su padre era Bo Yibo (1908-2007), uno de los conocidos como «Ocho grandes», importante líder del PCCh y compañero de Mao Zedong desde los tiempos anteriores a la revolución, que fue perseguido en esa época. Su madre acabó suicidándose.

Tras ser rehabilitado por el régimen, Bo intentó marcar su ascenso político con la recuperación de tradiciones maoístas que llevaron a llamarle «rojo», como canciones revolucionarias en la calle, mientras hacía reformas y luchaba contra las poderosas mafias de la zona.

Pero su teniente de alcalde, Wang Lijun, ex jefe de Policía implacable contra una corrupción que iba del soborno a la venta de armas, reveló, primero en el consulado de EE UU de Chengdú (Sichuan, suroeste) y luego en Pekín, donde está en libertad vigilada, el lado oscuro de Bo. Según fuentes cercanas al PCCh, Pekín vio peligro de enfrentamiento abierto entre el Ejército y el partido si los militares brindaban protección a Bo por ser amigos de su padre.

Wang, que también fue destituido ayer, podría ser acusado de traición por revelar «al enemigo» (EE UU) secretos del PCCh, lo que conllevaría un juicio e incluso la muerte, según analistas consultados por «Efe». La destitución de Bo, un «peso pesado» y «príncipe» de la quinta generación, igual que el futuro presidente, Xi Jinping, confirma la mayor crisis política en el PCCh desde 1989. «Su protagonismo le perdió. No quería ser "hermano" sino "jefe" y eso no está bien visto», dijeron las fuentes. Agresivo negociador como ex ministro de Comercio, su estilo asustó al partido, donde no se le conocen grandes apoyos claros.

«Quiso ponerse la medalla de la lucha contra la corrupción, pero en el régimen chino esa función corresponde al secretario general del PCCh y presidente, actualmente Hu Jintao», explicaron las fuentes, para las que «Bo quería presentarse como salvador del mundo y causó bastantes problemas al partido».