Las autoridades de Estados Unidos acusan a piratas informáticos chinos de estar detrás de un ciberataque lanzado el pasado diciembre, pero no detectado hasta abril, del que se informó ayer. La incursión de los "hackers" habría permitido robar datos de cuatro millones de trabajadores federales que en algunos casos se remontan a 1985.

"Esto es grave, se trata de información que data de 1985, lo que significa que los piratas informáticos cuentan con datos sobre funcionarios ya jubilados y podrían saber lo que hicieron después de dejar sus empleos", dijo un funcionario bajo condición de anonimato.

El acceso a los dossieres informáticos de la Oficina de Gestión de Personal (OPM), que almacena datos de empleados estatales como fechas de nacimiento, números de la Seguridad Social e información bancaria, podría proporcionar a los piratas informáticos contraseñas para acceder a otros sitios, incluyendo aquellos con información sobre sistemas importantes de armamento, lo que podría darles "una gran ventaja", agregó el funcionario.

Funcionarios estadounidenses dijeron a "The Washington Post" que sospechan que el ataque de diciembre fue perpetrado por piratas informáticos chinos, y que ésta no sería la primera vez que dirigen sus incursiones contra la OPM. Sin embargo, ahora podría tratarse del mayor robo de información estatal jamás lanzado contra EE UU.

El pasado 8 de mayo, Washington pidió a Pekín investigar supuestos ciberataques contra empresas e intereses del país norteamericano mediante una nueva herramienta llamada "The Great Cannon".

El Gobierno chino respondió asegurando que la sospechas de EE UU, avaladas por expresiones como "pudo ser" o "es probable", "no son científicas", y alegó que su país también es víctima de ciberataques.

La embajada de Pekín en Washington señaló que con estas "pruebas" en la mano, "no es responsable" acusar a China.