Migración
El presidente de Túnez alimenta el racismo en plena crisis económica y política
Centenares de subsaharianos abandonan el país empujados por el miedo y la incertidumbre

El presidente de Túnez, Kais Saied. / Archivo
Marc Ferrà
Centenares de personas subsaharianas que vivían en Túnez han hecho las maletas y han decidido volver a sus países de origen. Hace pocas semanas salieron varios vuelos, organizados por las embajadas, dirección a Costa de Marfil y Mali. Muchos de los que subieron al avión lo hicieron empujados por el miedo y la incertidumbre alimentados por el presidente del país, Kaïs Saied, y los "bulos" contra la población inmigrante.
En un mensaje televisivo, a mediados de febrero, el mandatario hizo un llamamiento a "acabar rápidamente" con la inmigración irregular, a los que acusaba de ser una fuente "de violencia y crímenes". Said incluso dijo que estas personas están modificando la composición demográfica "árabe y musulmana" del país para convertirlo en "africano". Estas palabras levantaron una oleada de críticas, que acusaban al presidente de lanzar mensajes racistas y sin fundamento. También de usar a los migrantes como cortina de humo para esconder los problemas del país.
En la calle, este mensaje ha marcado un antes y un después para las personas migrantes. Según diferentes organizaciones, muchos de los que estaban en el país sin la residencia han perdido el trabajo o les han echado de la casa que alquilaban, en ocasiones, por el miedo de los empresarios o propietarios de represalias por parte de Estado. Estos comentarios racistas también han dado alas a muchos otros mensajes y publicaciones similares en las redes sociales y a noticias falsas que buscan alimentar los discursos de odio.
La Asociación de Estudiantes Africanos en Túnez llegó a aconsejar a los subsaharianos que se quedasen en casa y no fueran a la universidad durante unos días por su seguridad. A su juicio, el clima era "angustioso" por todas las informaciones falsas que circulaban contra las personas migrantes. También alertaron de que varios estudiantes con la residencia habían sido detenidos, y uno de ellos pasó hasta seis días en comisaria hasta que lo dejaron en libertad. Muchas otras organizaciones, como el sindicato UGTT, han reclamado el fin de esta campaña de "intolerancia y racismo".
"Chivo expiatorio"
"Existe una agitación, hay personas que han vuelto a sus países de origen, otros que intentan regularizar su situación en Túnez, especialmente los estudiantes", explica a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, Ahlem Hammami, profesora y activista. Remarca que, sobre todo, ha sido una campaña mediática porque jurídicamente no ha cambiado nada. "La ley tunecina está adecuada a la legislación internacional" en relación a la protección de los migrantes, relata. Para ella, "los problemas de los tunecinos están el día a día, especialmente por la crisis económica marcada por la inflación y los problemas de seguridad", relata.
Los expertos y activistas acusan al mandatario de utilizar a los migrantes para esconder las dificultades que atraviesa el país
"Kaïs Saied utiliza una retórica conspirativa y conspiracionista, con una obsesión por las injerencias extranjeras y los tunecinos vinculados a extranjeros", ha explicado Vincent Geisser, investigador y especialista en el Magreb, en una entrevista en la televisión France 24. También ha señalado que Saied "ha utilizado esta fantasía racista y xenófoba para eximirse de su responsabilidad en la crisis social y política de la que es responsable".
Algo en lo que coinciden muchos expertos en el país y que también ha remarcado Amnistía Internacional. La directora de la organización en la región, Heba Morayef, manifestó que Saied "debe dejar de buscar chivos expiatorios para los problemas económicos y políticos del país" y también pidió al presidente "retirar sus declaraciones y dejar claro que no se tolerará la violencia racista".
Esta campaña, también coincide con una crisis política y de legitimidad del mismo presidente desde que se autoperpetuó en el poder el verano pasado. El mandatario destituyó al primer ministro y disolvió el Parlamento, también llevó a cabo una reforma constitucional en julio, con serias dudas de legitimidad, que consagra plenos poderes al presidente. Recientemente, también se han celebrado elecciones legislativas, aunque sin que se pudieran presentar partidos políticos y entre la indiferencia y el descontento de la población, ya que la participación fue del 11%.
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