Villaviciosa,

María José IGLESIAS

«Nuestro trabajo de investigación no sirve de nada si no llega a los agricultores y ganaderos». Koldo Osoro, director del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), tiene clara cuál es la misión del gran laboratorio en el que se cuecen las «ideas» que hacen progresar al campo asturiano.

En mayo se cumplirá un año desde que Osoro, con veinte de experiencia en la casa, fue designado para comandar un equipo de 165 científicos y técnicos distribuidos por los centros de Villaviciosa, Grado, Illano y Deva (Gijón). Cada uno de ellos tiene su sello.

Osoro enseña con orgullo las instalaciones de Villaviciosa, con 70 hectáreas repletas de cultivos experimentales. Se para a cada paso para hacer preguntas o comentar cosas con los trabajadores.

No faltan la escanda, la faba, los arándanos, los castaños ni, por supuesto, las 800 variedades de manzanos que el Serida ha ido catalogando en los últimos años y que ocupan una de las parcelas. Además de especies vegetales en la sede central se encuentran los laboratorios en los que trabaja para combatir el chancro que mata los castaños asturianos o la antracnosis que mancha las fabas en las vegas asturianas, las estropea y les resta valor. En otras fincas aledañas se estudia el cebo de especies como el gochu astur-celta o los terneros de asturiana de la montaña, capados esta misma semana, para experimentar en el cebe de carne de buey de alta calidad. Es uno de los últimos experimentos de la «factoría» Serida. El centro puso en marcha, el último año, 74 proyectos de I+D. De ellos, 61 fueron de investigación, financiados en convocatorias regionales. Otros 15, nacionales, 43 europeos y 13 acciones de I+D concertadas con instituciones.

Uno de los orgullos de la casa es el Laboratorio de Sidras y Derivados, el único de Asturias en el que se analiza la bebida que se vende bajo la denominación de origen «Sidra de Asturias» y los vinos de la Tierra de Cangas.