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Entre la ferrería y la primera siderurgia

La llegada de inversores extranjeros provocó en Asturias el salto desde las antiguas fraguas hasta la industria del hierro, proceso que aborda un ciclo del RIDEA sobre los orígenes de una actividad básica

Entre la ferrería y la primera siderurgia

Entre la pujante actividad de las ferrerías asturianas hasta la Guerra de la Independencia y la instalación, a mediados del siglo XIX, de las dos grandes primeras factorías siderúrgicas en la región -en el valle de Langreo y en Mieres, respectivamente, a las que siguió pronto, en la costa, la Fábrica de Moreda y Gijón-, hubo un periodo intermedio, que es el objeto de un ciclo de conferencias que se están celebrando (la primera tuvo lugar el pasado día 7) en la sede del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), en Oviedo, coordinado por Luis Jesús Llaneza González.

Bajo el epígrafe "El comienzo de la actividad siderúrgica en Asturias, 1845-1850: un lustro para la historia regional", seis ponentes abordan la importancia de dicha etapa histórica en la industrialización de Asturias, tanto desde el punto de vista de la iniciativa privada como de la pública, a través de la Fábrica de Armas de Trubia.

En el Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón, los seis ponentes del ciclo de conferencias explicaron a LA NUEVA ESPAÑA la importancia que para la región y su posterior desarrollo industrial tuvieron los pioneros de la siderurgia. Las siguientes líneas son un resumen de las intervenciones de Juaco López Álvarez (director del Museo del Pueblo de Asturias), Rafael Pérez Lorenzo (exdecano y profesor de la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales "Jovellanos" de la Universidad de Oviedo), Álvaro Álvarez Gascón (maestro industrial y jubilado de Arcelor), Luis Jesús Llaneza González (catedrático de Matemáticas y facultativo de minas), Ricardo Arias Sarasola (ingeniero técnico de minas) y José Luis Suárez González (licenciado en Derecho y jubilado de Ensidesa).

Comenzando por el principio, Juaco López Álvarez, asturiano occidental, reseñó que los "antecedentes directos de las plantas siderúrgicas asturianas" hay que buscarlos en los vascos que "llegaron a Asturias en el siglo XV o a principios del XVI" y que son quienes pusieron en marcha las ferrerías, mazos y fraguas que en el siglo XVIII alcanzan su apogeo.

"Lo que hacen es transformar el mineral de hierro, que viene fundamentalmente de Somorrostro, en Vizcaya, en barco, para convertirlo en lingotes de hierro, que luego se pasaba a los mazos y con el hierro se hacían, fundamentalmente, clavazón, aperos agrícolas, calderos, etcétera". Con la creación, a principios del XVIII por los Borbones españoles, de la Real Armada y los tres grandes arsenales de El Ferrol, Cartagena y la Carraca (Cádiz), "las ferrerías se van a beneficiar mucho por el gran consumo de clavos" para la construcción de los buques de la Real Armada. Otro factor destacado por Juaco López para explicar el auge de las ferrerías fue que "Carlos III puso unos altísimos aranceles a la importación de hierro del extranjero".

Era en el Cantábrico donde, señala el director del Museo del Pueblo de Asturias -que abrió el ciclo de conferencias el 7 de mayo hablando sobre "Las ferrerías asturianas en el siglo XIX, apogeo y fin de una industria"-, "se concentraba el mayor número de ferrerías de toda la península Ibérica". Por ejemplo, Juaco López tiene documentado que en el concejo de Boal "había 190 herreros, 190 familias viviendo del hierro".

La implantación de ferrerías, mazos y fraguas será muy importante "en los concejos del occidente norte de Asturias, donde había agua y mucha madera para hacer carbón vegetal", el combustible utilizado en las ferrerías. También "había una nobleza que invirtió en la industria del hierro, como la familia Jovellanos", subrayó Juaco López para explicar que desde el siglo XVIII esa actividad en Asturias es más que reseñable.

Pero "con la Guerra de la Independencia todo este mundo se vino abajo" y también "acabaron con toda la madera de la costa". Por ese motivo, afirmó Juaco López, "las ferrerías que se construyen a partir de 1830 están en Amieva, en Ponga, en Belmonte... buscando la madera". Y el final llegó pocos años después, según Juaco López fundamentalmente debido a que "los dueños de ferrerías se reafirmaron en no innovar para no poner en peligro los puestos de trabajo", por ello, sentenció, "fue una actividad que se extinguió por ella misma".

Y es entonces cuando puede decirse que comienza, desde el sector privado, la actividad siderúrgica en Asturias, de la mano de capitales extranjeros, fundamentalmente capitales británicos, dado que el Reino Unido estaba, a mediados del siglo XIX, en plena expansión industrial y comercial.

Explicó Rafael Pérez Lorenzo (quien el pasado 14 de mayo protagonizó, en la sede del RIDEA, la conferencia titulada "Participación inglesa en la industrialización asturiana"), que "se habla de los hermanos Manby, John y Edward, que eran hijos de Aaron Manby (quien construyó el primer barco de vapor con casco de hierro-cascado) y que ya fabricaban en España gas para luz".

Está probado, señaló Rafael Pérez, que los hermanos Manby llegaron a Asturias a través de los informes del vicecónsul británico J. J. Kelly, quien indicaba que en Asturias "había carbón y creían que había suficiente hierro". Por ello despacharon a la región a un equipo de ingenieros "para hacer estudios de la zona de Mieres y en función de esos informes constituyeron la compañía Asturian Coald and Iron Company, en 1842, en la cuenca del Caudal, pero no llegan a iniciar la siderurgia y se supone que venden la empresa a quienes constituyen la Asturian Mining Company en 1844".

Prosigue el profesor Rafael Pérez Alonso que "tuvieron un apoyo importante de banqueros británicos y algunos españoles, con la intención de hacer hierro" y lo hacen en Mieres, donde montan "el primer horno alto de Asturias de coque", o lo que es lo mismo, con "procedimientos modernos de siderurgia". Los de la Asturian Mining Company también "hablan de exportar por ferrocarril y a tales efectos fundan una compañía y cubren las acciones de la empresa con gran apoyo".

La idea es construir un ferrocarril hasta León y luego a Madrid, comenzando en Avilés "con una extensión a Gijón". Pero otros capitalistas, con el apoyo de la reina regente y otros elementos muy influyentes de la Corte, "consiguen en 1848 la concesión para construir el ferrocarril de Langreo a Gijón, que es lo que hunde a la Asturian Mining Company".

Será el fin del gran capital británico en el comienzo de la actividad siderúrgica en Asturias, que será reemplazado por inversores de otros países europeos, especialmente franceses. Es aquí donde aparece una figura fundamental en los albores de la siderurgia asturiana, el francés, nacido en San Quintín, Adriano Paillette. De este personaje versará la conferencia que el próximo día 21 de mayo, en la sede del RIDEA, pronunciarán Álvaro Álvarez Gascón y Luis Jesús Llaneza González, que lleva por título "Adriano Paillette, adelantado en el orto de la siderurgia asturiana y uno de los grandes forjadores de la industrialización regional", aunque, según los dos conferenciantes, es un personaje olvidado en la historia asturiana.

"En 1850, asume la dirección de lo que recogió de la Asturian Mining Company como ingeniero-director, aunque había llegado a Asturias en 1842, a las minas de carbón de Ferroñes", explicó Álvaro Álvarez. "Pero la importancia de Paillette viene dada por la constitución, en 1846, de la siderurgia de segunda transformación, para utillería, de la empresa Astur-Lenense, de capital mixto español y francés".

Sería en la factoría establecida en Villallana (concejo de Lena) en la que, según todos los datos, salió en 1848 el primer acero, por vía privada, de Asturias, ya que antes ya se hacía en la Fábrica de Armas de Trubia. Y en 1851, en la Exposición Mundial de Londres, el acero salido de Asturias es premiado. Y tanto Álvaro Álvarez como Luis Jesús Llaneza tienen claro que "el gran éxito de Adriano Paillette es que 'resucita' el horno de la Mining y diseña la construcción de uno nuevo en 1852, un horno de diseño moderno, y también reestructura toda la minería que había alrededor".

En paralelo, a las orillas del Nalón, en Trubia, la Fábrica de Armas es el referente de los inicios de la actividad siderúrgica en Asturias desde el sector público, con un militar, vasco de Oñate, Francisco Antonio Elorza y Aguirre, como pieza fundamental. Será en la cuarta y última conferencia del ciclo, prevista para el 28 de mayo, en la que Ricardo Arias Sarasola y José Luis Suárez González aborden "El general Elorza y la participación de la Fábrica de Trubia en el desarrollo industrial de Asturias".

Sostienen los dos conferenciantes que "la clave del éxito, si existió, estuvo en la formación dual de profesionales, concebida e iniciada por orden de Elorza en 1844, año en que se hizo cargo de la dirección de la Fábrica de Trubia, para sustituir la enseñanza gremial por una nueva consistente en dedicar media jornada a clases teóricas a cargo de tenientes y capitanes del Cuerpo de Artillería, y de otra media a prácticas de taller, realizadas bajo la tutela de operarios altamente cualificados y la supervisión de los mandos intermedios pertenecientes al mismo Cuerpo".

A la par, la importancia de la Fábrica de Trubia, en cuanto a la calidad de sus aceros, vino dada, explicó José Luis Suárez González, por "el laboratorio", es decir, el estudio y la aplicación de las técnicas mejoradas para obtener la mejor calidad, no en vano el acero era destinado, preferentemente, para la fabricación de cañones para la Armada, de sitio y de costa.

La historia siguiente de la actividad siderúrgica en Asturias ya entra en los límites de las tres grandes plantas reseñadas al principio de estas líneas, que en pleno desarrollismo de los años sesenta del siglo XX forjaron Uninsa (acrónimo de Unión de Siderúrgicas Asturianas Sociedad Anónima), con instalaciones fabriles en el concejo de Gijón y años después de la implantación, en las proximidades de Avilés, de Ensidesa (Empresa Nacional Siderúrgica Sociedad Anónima).

En el siglo presente, la siderurgia asturiana, tras ser privatizada, está en manos de Arcelor-Mittal, de capital privado, y su futuro es ahora el objeto de las opiniones de los conferenciantes. Sostiene Luis Jesús Llaneza que "en la minería estamos en un periodo agónico que marca su fin y en la siderurgia, en mi opinión, estamos iniciando la fase final. La revolución que significó el hierro y el carbón ha concluido en Europa hace treinta años y las nuevas tecnologías están actuando de tal manera que estamos viendo la aparición de nuevos materiales que sustituirán al acero".

Por ello, Llaneza, que organizó el ciclo de conferencias con el ánimo de que las nuevas generaciones conozcan lo que significó para Asturias la siderurgia, considera que "lo triste es que en Asturias no se ha dado ni un paso para buscar nuevos caminos" que puedan reemplazar a la siderurgia, "como ocurrió con las ferrerías en el siglo XIX", concluye Juaco López.

"Estamos inmersos en una globalización que significa depender de la voluntad de otras personas que no somos nosotros y, si seguimos la tesitura francesa, italiana y americana, vemos que ninguna de las regiones deprimidas se ha recuperado, y creo que Asturias está en esa vía, mientras los capitales extranjeros están llevando la mano de obra donde les interesa", subraya Llaneza.

Por su parte, Álvaro Álvarez no es tan pesimista y estima sobre el futuro del acero que "el siglo XX ha conocido una gran evolución en la producción y en las propiedades de los materiales de mayor utilización, notablemente de los materiales metálicos. Y en el caso del acero, sinónimo de industria muy tradicional, y por ello estática, la tasa de renovación de sus productos ha sido altísima para adaptarse a las exigencias de los mercados". Y su futuro es una expectativa en la que "con sus cualidades de elasticidad, resistencia, ductibilidad, soldabilidad y reciclabilidad, tendrá un importante papel que desempeñar como un material fundamental en el progreso humano, siempre que la actividad siderúrgica vaya superando los retos de coste, calidad y protección del medio ambiente".

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