Andrés de Espinosa es contratado años después para realizar la tasación del mencionado retablo de la catedral de Oviedo, obra del flamenco León Picardo. Corría el año 1531. Picardo no utilizaba apenas el brocado aplicado de estaño, y Espinosa se lo afea en su informe.
Picardo era artista con nombre reconocido, pero el cabildo de la catedral de Oviedo apuntó mucho más alto para la construcción del retablo mayor. "Inicialmente contactaron la policromía con el mismísimo Alonso de Berruguete, y hasta se firmó un contrato en 1527. Berruguete, artista palentino, había fundado cuatro años antes su taller en Valladolid y era una de las grandes figuras de la escultura española, pero lo cierto es que el contrato con la catedral de Oviedo fue cancelado unos meses más tarde y Berruguete recibió incluso una indemnización por la suspensión de la obra.
La policromía de Picardo se la llevó por delante el siglo XIX, cuando fue raspada para un repintado a cargo de unos doradores valencianos. Una decisión que hoy se nos antoja siniestra, casi constitutiva de delito penal, pero que entonces era vista con normalidad. De hecho, se llevó a cabo en muchas iglesias y catedrales del país.