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"Podríamos lloriquear en casa, pero vamos a vivir"

Arturo Rodríguez Ollero es uno de los 130 afectados de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) que viven en Asturias. Se la diagnosticaron con 35 años y ahora tiene 42. Vive en Gijón y se desplaza en una silla de ruedas eléctrica que pesa doscientos kilos y que maneja su esposa con un mando a distancia. "Podríamos quedarnos en casa a lloriquear, pero mientras esté aquí vamos a vivir", afirma su mujer, Mónica Riera, que en el colmo de la mala suerte también tiene a su madre enferma de ELA. Rodríguez Ollero trabajaba de conductor de autobuses y formaba parte de un grupo de montaña. La pareja se esfuerza por mantener su día a día dentro de la normalidad, quedando con los amigos, yendo al cine, saliendo a la compra o llevando a sus hijos, Adrián e Ismael, a los entrenamientos. No es fácil, a cada paso tienen que salvar infinidad de obstáculos. Mónica Riera ha tenido que dejar su empleo y las 24 horas del día están dedicadas al cuidado de su marido. La enfermedad es dura y "hay cosas que sólo se hacen por amor", dice.

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