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AMADOR FERNÁNDEZ CARNERO | Librero y galerista

"Eduardo Vigil fue una figura paterna: me metió en el libro, el arte y la montaña"

"Mi padre era sindicalista minero, una noche lo citó la Pirenaica y lo metieron en la cárcel; cuando fui a verlo casi no lo reconocí de la paliza"

Amador Fernández Carnero, en su librería de Gijón. JUAN PLAZA

-Nací en Ciaño, Langreo, el 10 junio de 1953. Soy hijo único. Mi madre tenía quince hermanos, era de las mayores y debió de quedar saturada de niños. Vivimos en Sama porque mi padre era minero en El Fondón.

- ¿Tiene recuerdos de Sama?

-De la escuela. En los recreos se sorteaba qué dos niños preparaban la leche en polvo para todo el colegio en una gran perola. No comía el queso americano. No me gustaba nada, y eso que soy muy quesero. Pero era 1957 y mi madre me obligaba que lo llevase a casa y se lo dábamos a unos niños vecinos que estaban apretados. Tampoco me gustó, muchos años después, en los Andes.

- A Gijón llegó con 8 años. Recuerdos.

-Me acercaba al muelle y a la playa a mirar aquel Nalón tan grande. Hasta entonces el mar había sido imaginario.

- ¿Dónde fueron a vivir?

-A Contrueces. Preparé el ingreso al Bachiller en el Jaurés, un colegio que estaba cerca de los institutos. Entré en el Instituto Jovellanos.

- ¿Cómo era su padre?

-Amador Fernández Trabadelo nació en Serantes (Tapia de Casariego). Había estado en un convento, pero le gustaban las mujeres y se fue a vivir a la Cuenca, donde conoció a mi madre. Era trabajador, sindicalista, amigo de Juanín y de Arenas y estuvo en el grupo fundador de CC OO en La Camocha. Escuchábamos Radio Pirenaica para cenar y aún no entiendo que dieran nombres y apellidos de los sindicalistas, entre ellos, mi padre. Esa misma noche lo metieron en la cárcel de Oviedo. Fuimos a verlo el fin de semana y casi no lo reconocí de lo hinchado que estaba de una paliza. Es algo que prefiero olvidar.

- ¿Cuando murió Franco tuvo actividad política o sindical legal?

-No, ya estaba jubilado. Tuvo silicosis. Era barrenista y el polvo de la roca es peor que el del carbón.

- ¿Cómo era en casa?

-La vida era perra y aunque leía y estaba documentado también bebía. Como tantos. Creo que se escondían en los chigres. Esa parte no es del todo agradable, pero es lo que es. Era cariñoso. Le gustaba la música, cantaba en el Coro "Santiaguín" y, luego, en el de La Calzada que llevaba Sergio Domingo, con quien tuvo mucha amistad. Sus amigos eran de la música y curas.

- ¿Y su madre, Argentina Carnero?

-Su madre tenía casería en San Esteban de las Cruces, pero mi abuelo, que había venido de Salamanca, se dedicaba a la construcción. Estuvo en la del estadio de Buenavista, lo pasaron a la Cuenca a hacer los edificios de baños y oficinas de las minas. Llevó a la familia y montaron un bar. Durante la guerra les ocuparon la finca los soldados vascos que bombardearon Oviedo. Debieron de portarse muy bien con ellos porque a mi madre, que no le interesaba el fútbol, seguía los resultados del Oviedo y del Athletic de Bilbao.

- ¿Trabajó fuera o en casa?

-En casa, y nos trató excepcionalmente bien a mi padre y a mí. Era cariñosa, atenta, muy limpia, amiga de amigas, de tener gente alrededor y de ayudar.

- ¿Cómo llevaba el sindicalismo?

-Muy disgustada. Siempre me decía "No te metas en política". Tampoco me apetecía, pero sí tengo valores de izquierdas, es evidente.

- ¿Qué tal estudiante fue?

-Regular... fui mucho más espabilado en el trabajo. Me gustaban el deporte y la lectura. Coleccionaba "Jabato" y "Capitán Trueno" y mis tíos me regalaban los libros de Guillermo. Jugué al fútbol hasta los 14 años, llegué a jugar con el Atlántico y con el Sporting hasta que recibí una patada; lo dejé...

- ¿Cuándo?

-Al empezar a trabajar, en el verano de 1968. Mis padres no querían, pero les dije que me vendría bien y que serían tres meses. Pretendía no depender tanto de mis padres. Vi un anuncio en el periódico de que la librería Atalaya necesitaba chico para recados. Fui y Eduardo Vigil me aceptó, pero me pidió que, al día siguiente, viniera mi padre conmigo. "¿Sabes andar en bici?". Mentí, dije que sí para que no me rechazaran. "La llevas a casa y vienes en ella". Pasé la noche aprendiendo a andar en bici y llegué como pude.

- Entró y...

-Tuve la suerte de tropezarme con Vigil, un hombre muy interesante. Había estado en La Escolar y en otra librería, Estela, que habían montado Paquet, Lueje y otros. Aquello debió de salir mal y a Eduardo le montaron Atalaya en 1961.

- ¿Cómo era Vigil?

-Había sido fundador del Grupo de Montaña Torrecerredo y a los seis meses empecé a ir con su hija y el novio y los amigos de ella al Sueve, a la Magdalena, a Peña Mea. En 1971 entré en el grupo Torrecerredo, hice excursiones, escalé, pasé semanas en Picos. A los 18 fui a los Pirineos. Formé parte de la Escuela Nacional de Alta Montaña. Fuimos a los Alpes a hacer un curso con profesores, alpinistas maduros, que luego dimos nosotros en los Pirineos.

- ¿Vigil le metió en el arte?

-Sí, tenía relación con Piñole, era amigo de Evaristo Valle y compañero, por edad, de Antonio Suárez, Camín y Orlando Pelayo.

- Describe una figura paterna.

-Así es, me orientó en esta vida.

- ¿Le alejó de su familia?

-No, pero todas mis inquietudes estaban aquí. Camín y Antonio venían de Madrid y para mí eran semidioses. Vivían de pintar, supe de sus necesidades para salir adelante como artistas... A los 15 años tuve un cuadro abstracto de Antonio Suárez.

- ¿Torció el plan de sus padres?

-Mi padre me apoyó. Mi madre era más complicado. Aunque nunca lo pensé así quizá sentía algunos celos de lo que estaba viviendo. No le gustaban la montaña ni el libro.

- ¿Qué tal le acogió la burguesía culta?

-Bien. Empecé como chico de los recados y enseguida me sustituyeron porque era habilidoso y Eduardo quería tenerme a su lado. Tenía una fe tremenda en mí y me animaba. Estuve cinco años en la librería y a gusto.

- Pero la dejó.

-Me gustaba el dibujo técnico y había preparado Maestría. La librería entonces no iba bien y pedí trabajo en Idom, una ingeniería.

- ¿Y se lo dieron?

-Yo entraba por una pared. Dije que quería hablar con el director porque buscaba trabajo de delineante. Salió un jefe y dijo que no tenían trabajo. Añadí que no quería cobrar, que quería trabajar para aprender. Me pasó adentro y me puso a dibujar. A los pocos días me dijo que les daba vergüenza tenerme sin cobrar y que me iban a pagar 20 pesetas la hora. Calculé 160 pesetas por 25 días y era bastante más de lo que ganaba en la librería. Era 1973. En 1975 me hice novio de Isabel de la Rosa, mi mujer. Nos conocimos en la montaña. Nos casamos tres años después.

- ¿A qué se dedicaba?

-Sus padres tuvieron un estanco y librería enfrente de los institutos de la avenida de la Constitución y allí ayudó siempre. Luego trabajó como auxiliar en el ambulatorio.

- Su trabajo en la ingeniería.

-Estuve un año en La Felguera haciendo unos hornos de enriquecimiento de uranio y año y medio en Bilbao dibujando una acería. Marchaba los lunes de Gijón y venía los viernes con dos compañeros por aquella carretera horrorosa cuatro horas y pico. Y el fin de semana iba al monte. Durante dos años puse un stand en la Feria de Muestras relacionado con la cerámica y la artesanía popular asturiana, de azabache, cuero, madera. Visité todos los talleres de la artesanía de Asturias y saque dinero para casarnos.

- ¿Lo siguiente?

-La central nuclear de Almaraz, en Cáceres. Vivimos en Talavera de la Reina a 80 kilómetros, donde mi mujer tiene familia. Por estar fuera casi te doblaban el sueldo.

- ¿Cuánto tiempo estuvo?

-Tres años y medio, el primero estudiando un curso de Westinghouse. Íbamos a soportar tubería, un trabajo importante porque la red nuclear va por ellas. Conocimos la sierra de Gredos e hicimos escapadas a Zafra, Sevilla y Madrid. Me aficioné a la cerámica y visitamos casi todos los alfares de España.

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