La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO | HISTORIADOR

"Covadonga representa lo que anhela la derecha: una identidad política católica, independiente y monárquica"

"Vox sería mucho menos atractivo si no existiera el peligro del independentismo catalán y no hay más que imaginarse qué sería este sin la derecha española, retrógrada y cavernícola"

José álvarez junco, durante una visita a Avilés. MARA VILLAMUZA

El historiador José Álvarez Junco (Viella, Lérida, 1942) es un referente en el estudio de los nacionalismos. Catedrático jubilado de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Políticos y Sociales en la Universidad Complutense de Madrid, Álvarez Junco es autor de obras de referencia como " Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX" (2001) y "Dioses útiles. Naciones y nacionalismos" (2016). El historiador atiende a LA NUEVA ESPAÑA por vía telefónica para hablar sobre el mito de la batalla de Covadonga y su utilización política a través de los siglos.

- El Principado de Asturias prepara, para 2022, la conmemoración de los XIII Siglos de la batalla de Covadonga.

-No se tiene idea siquiera de si esa batalla existió, y mucho menos de la fecha.

- ¿Qué cree usted? ¿Se produjo realmente una batalla en Covadonga?

-Pudo haberla, es perfectamente posible. No de las dimensiones que dicen los historiadores que escribieron sobre ella 170 años después, pero naturalmente que pudo haberla. Los invasores árabes musulmanes, más musulmanes que árabes, pues debieron llegar a la cordillera Cantábrica y de ahí se retiraron. y puede ser que sufrieran alguna derrota, claro que sí. Pero también puede ser que no les interesara demasiado esa tierra lluviosa y montañosa, que fuese el tipo de territorio que no querían conquistar, no lo sé. Bien es verdad que los visigodos y los romanos tampoco habían ocupado de una manera tan plena las tierras al norte de la cordillera Cantábrica. Con lo cual, el que fueran visigodos los que resistieran allí se convierte en algo dudoso. Hay muchas dudas, muchos datos controvertidos, y yo tampoco soy medievalista: hablo más por la lógica de los hechos que por otra cosa.

- De lo que no hay dudas es del partido político que le sacó Alfonso III a la batalla, para legitimar su reinado, ¿no?

-Claro, para legitimarse en el poder, lo cual es lógico. Alfonso III era un rey ya bastante poderoso y decide tener una historia de su dinastía. Se la encarga a los dos prelados que tiene al lado, y lo hacen con los medios de los que disponen, que son muy escasos. Es un momento en el que no hay archivos ni nada, y tienen que escribir de cosas que pasaron 170 años antes, de las que apenas se sabían nada.

- ¿Por qué realzaron Covadonga, sobre otras batallas relevantes más próximas a ellos, como podría ser la de Lutos, en el 794? ¿Quizá por estar mejor localizada?

-Pudo ser así, o pudo ser algo casual. Tampoco estaban perfectamente programados para redactar esas crónicas, ni hay que buscar explicaciones rebuscadas o paranoicas. Pudo ser algo casual.

- Covadonga se convertiría siglos después en un lugar de culto, una componente que mantiene en la actualidad. ¿Podría suponer esta condición un refuerzo a esa pretensión legitimadora del rey?

-Por supuesto, eso le puede dar una gran legitimidad, aunque según el caso. De hecho, el nacionalismo es un rival de la religión en según qué terrenos, mientras que en otros pueden ser aliados.

- Usted también habla de la vocación goticista del reinado de Alfonso III, ¿qué relevancia tiene esto?

-Justifican su engarce, a través de don Pelayo, con la dinastía visigoda. Lo cual es contradictorio en sí mismo, porque no existía dinastía visigoda: era un reino electivo, no hereditario. Pero como ellos son una monarquía hereditaria consideran que engarzar con la familia real visigoda les da más legitimidad.

- Este engarce es algo que el nacionalismo decimonónico también reivindicará, ¿no?

-Claro. Ya desde el siglo XVIII la Academia de la Historia le da una importancia extraordinaria a la monarquía visigoda, y el nacionalismo del siglo XIX hace suyo este mito. Sorbe todo el nacionalismo de tipo más conservador. El liberal también, porque habla de los orígenes legítimos de la raza, pero con más fuerza el conservador.

- ¿Era conveniente para ambos nacionalismos?

-Claro, de una manera u otra las dos lo utilizan.

- Y después lo hará el franquismo, otro nacionalismo conservador.

-Sí, pero no solo. También será explotado por los conservadores del siglo XIX , porque Covadonga es sobre todo un mito explotado por la derecha. En Asturias, en concreto, por los Pidal, que son los que lanzan el mito de Covadonga en términos ya precursores del nacionalcatolicismo.

- ¿Tuvo este mito un uso político durante la Segunda República?

-Me parece que no le dan mucha importancia. Por parte de la izquierda, se sienten herederos del nacionalismo liberal, no les interesa señalar los aspectos católicos asociados a aquella lucha, sino hablar de las tres culturas. La derecha, en todo caso, utiliza Covadonga siempre.

- Para los liberales, ¿el equivalente a Covadonga podría ser la rebelión de los comuneros?

-Los comuneros es el gran mito liberal, por supuesto. Es la rebelión que representa la innata constitución liberal de Castilla y de España. Y además se rebelan contra el absolutismo que viene de fuera, austracista, un monarca austriaco o flamenco que no conoce las tradiciones del país e implanta en España un absolutismo ante el cual el país se rebela, para finalmente ser derrotados. Los Comuneros son los antecesores de la revolución inglesa del siglo XVII, la primera revolución liberal europea. Es un mito del XIX que revive en ese momento y el propio Azaña participa en ello, porque lo considera una oportunidad perdida.

- Luego vendrá el franquismo, que como usted ha escrito emprendió el "plan nacionalizador más intenso con el que nadie hubiera soñado nunca".

-Más intenso y más ambicioso, sin duda alguna. Pero también muy vital, muy primitivo, muy poco sofisticado. Pero eso no quiere decir que no fuera eficaz.

- Esa eficacia, ¿viene dada por la unidad de mensaje que lograron articular los franquistas?

-Claro, un mensaje único y sencillo. Como cuando dicen "Caídos por Dios y por la patria": son dos cosas, Dios y patria, pero en definitiva la patria es Dios. España no se concibe si no es católica. Aunque son dos cosas que pueden rivalizar en cierto momento, como en la pugna por quién controla la educación, que motivó una gran pugna en la posguerra, de las más importantes, entre la Iglesia y Falange, Dios y la patria. Porque si se pretende controlar de manera totalitaria el país, la educación es la clave. Podían rivalizar en esto, pero entre los liberales había más cosas que podían rivalizar entre ellas: constitución, estalinismo... Entre los republicanos había muchas más cosas.

- De no mediar la caída en desgracia de Falange, ¿el peso de la Iglesia católica en la dictadura habría sido menor?

-Sí, y de no mediar la derrota de Hitler y Mussolini, cuando Franco decide que si quiere sobrevivir tiene que ser otra cosa. Entonces proclama: "Yo soy un católico, defensor de los valores de Occidente". Se agarra del Vaticano y de la Guerra Fría.

- ¿Qué papel juega Covadonga en ese esfuerzo nacionalizador que emprende el franquismo?

-Es muy importante, porque es un mito fundacional: el comienzo de la identidad española moderna, de la nación. No había habido una monarquía española antes de los romanos ni la hubo en tiempos de los romanos. Solo la habrá a partir de los visigodos y sobre todo de un reino que se considera heredero de los visigodos como era el Reino de Asturias, que era una identidad política independiente, monárquica y católica. Lo que más quiere la derecha española. Ramiro de Maeztu dijo que con Recaredo se fundó España. Y otros dirán con Pelayo, que recogería la herencia de Recaredo. Es el mito fundacional para la derecha, porque considera que la única identidad española posible es la heredera de la gesta inicial, que era católica y monárquica. Se rebelan contra la usurpación e invasión extranjera, profana y árabe. Completamente extranjera desde el punto de vista racial y religioso. Entonces es un mito esencial, irrenunciable.

- Pero es una visión que está muy enraizada, ¿no?

-Está muy enraizada, y es muy antigua, pero creo que va perdiendo fuerza.

- ¿Sabía usted que en Asturias aún vamos a Covadonga a bendecir los coches tras comprarlos?

-¿Sí? No lo sabía. Está muy bien eso.

- No deja de ser significativo que Vox, que es también un nacionalismo muy conservador, también reivindique Covadonga. ¿Dónde situaría a este partido? ¿Es un neocarlismo?

-Es más nacionalista que el carlismo, que era más defensa del Antiguo Régimen, incluso prenacional, aunque luego va evolucionando hasta convertirse en un nacionalismo de derechas. Vox, en todo caso, es más bien nacionalcatolicismo.

- Eso plantea una asociación que va a levantar ampollas.

-Ya, pero es una definición muy exacta: nacionalcatolicismo.

- Otro nacionalismo, como es el catalán, también ha acuñado su mito fundacional, el de 1714. Aunque nace de una distorsión de la historia, ¿no?

-Por supuesto. Para empezar, es una distorsión decir que Cataluña era independiente antes de esa fecha. Cataluña no fue independiente nunca, en ningún momento de la historia: era un principado, un conjunto de condados que estaban dentro de la Corona de Aragón. Pero ellos lo presentan como la defensa de su independencia. Eso, para empezar, es falso.

- ¿Cree que dejar la enseñanza de la Historia en manos de las autonomías puede alimentar estos nacionalismos periféricos?

-Naturalmente. Si a un poder político autónomo se le deja controlar la educación, y no digamos la cultura, la propaganda, lo primero que va a hacer es reforzar la identidad. Porque eso es también reforzar la legitimidad de su poder. Eso lo han hecho todos, también Castilla-La Mancha. Es una manera de crear futuros ciudadanos que sean, por encima de todo, castellano-manchegos. No españoles. Y la Iglesia católica crea católicos, no españoles, aunque se identifiquen una y otra. Y las escuelas republicanas de izquierdas creaba españoles laicos y liberales. La escuela está al servicio de la creación de una identidad, que es la identidad que le conviene al poder que su subvenciona esa escuela.

- Tenemos un nacionalismo catalán y un ultranacionalismo español que crecen y, a todas luces, se retroalimentan. ¿Adónde nos conduce esa dinámica?

-Si la dejamos por sí sola conduce a un enfrentamiento y a un choque de trenes, porque del nacionalismo catalán fomenta la idea de que el nacionalismo español es invasor, retrógrado, dictatorial, premoderno... Y como según ellos el nacionalismo español no tiene cura, la única manera de reaccionar contra eso es ser independientes. Y el nacionalismo español dice que los independientes lo único que quieren es separarse, que no hay manera de negociar con ellos y lo único que se puede hacer es absorberles. Los dos van al enfrentamiento. Y a los dos les viene bien que exista el otro. No hay más que imaginar lo que sería Vox si no existiera el peligro del independentismo catalán: sería mucho menos atractivo. Y no hay más que imaginarse qué sería el independentismo catalán sin la derecha española, retrógrada y cavernícola. Si se presentase a España como una democracia gobernada por PSOE y Podemos, una democracia avanzada y tal, sería mucho más difícil justificar su discurso. Lo dijeron hace tiempo: España es Aznar. Porque si en vez de Aznar es Felipe, es más presentable. Y a los nacionalistas catalanes les conviene que España no sea presentable.

Compartir el artículo

stats